viernes, 3 de agosto de 2012

La victoria hacia una muerte

Durante la Segunda Guerra Mundial, de la misma manera que todas las otras cosas, el deporte, y más concretamente el fútbol, también quedó paralizado. La situación era desoladora para todo el mundo. El hambre, la pobreza y la lucha por sobrevivir constituían los principales lugares de las listas de las personas. Los jugadores profesionales de fútbol en países prisioneros del nuevo régimen de Hitler no eran ajenos a ello. De esta forma, muchos equipos profesionales se disolvieron y sus jugadores tuvieron que luchar por encontrar trabajo, los más afortunados, o sobrevivir a las calumnias inhumanas que se les venían encima. En la Ucrania ocupada surgió una bonita historia que demuestra que la fe, la esperanza y la valentía ante cualquier adversidad, traen consigo cómo fruto vivir la vida de una manera plena hasta el último momento terrenal.
 
El Dinamo de Kiev, mejor equipo por antonomasia e historia en Ucrania, se había disuelto. Su portero, Mykola Trusevych llegó a una pequeña panadería de la propia ciudad con el ánimo de encontrar trabajo para poder librarse de la abrumadora pobreza que arrastraba. El administrador de la panadería, muy fanático del equipo, le dio un trabajo cómo barrendero. A raíz de este hecho surgió la idea entre los dos de formar un equipo de fútbol de la panadería con otros tantos jugadores que, junto con Trusevych, lo habían perdido todo. Y cómo la agenda de contactos del guardameta, en términos futbolísticos, no era nada pequeña en seguida pudieron reunir a otros ocho futbolistas del mismo equipo, el Dinamo, más tres del Lokomotiv de Kiev. De esta forma, la plantilla quedó cerrada bajo el nombre de Football Club Start, en la primavera de 1942.

En junio del mismo año el FC Start comenzó a jugar partidos. En julio pudo entrar en una especie de liga local gracias a un contacto. Y pese a que el equipo estaba mal alimentado y falto de una buena y decente equipación deportiva iba ganando todo cuanto jugaba y además por grandes sumas de goles.
 
Hubo un partido en el que ganaron 5-1 a un equipo llamado Flakelf. Este equipo era la representación futbolística de la Luftwaffe, el cuerpo aéreo nazi. Pero el Flakelf no quiso quedarse de brazos cruzados frente a la escoria ucraniana, pensarían, y exigió a los jugadores del FC Start la revancha. Una revancha que arbitraría un oficial de las Waffen-SS y tendría lugar el 9 de agosto en el estadio Zenit.

Como es de suponer el partido estuvo marcado por la clarísima parcialidad del “árbitro”. Además los alemanes utilizaron una serie de tácticas sucias y violentas para evitar una nueva derrota. La primera fue aclarar al conglomerado de jugadores ucranianos que si ganaban serían castigados severamente. El resto de esas acciones tuvieron lugar durante el encuentro. Se representaron en un juego plagado de una extremada violencia y dureza. Patadas, codazos o incluso golpes directos. Por ende los soldados alemanes estaban físicamente mejor que los ucranios, debido a las condiciones de vida que cada uno de los dos equipos llevaba en aquella Europa tan gris y apagada.

Pero todo esto no influyó en el resultado final que se cobró un marcador de 5-3 favorable a la escuadra ucraniana. Los alemanes llenos de ira por ver que eran incapaces de vencer a un equipo de raza inferior cumplieron las amenazas que habían voceado al inicio del encuentro. Muchos de los jugadores del FC Start fueron arrestados y torturados por la Gestapo. Uno de ellos falleció en pos de su tortura. El resto sobrevivieron para ser enviados al campo de concentración de Syrets, donde tres más de ellos morirían asesinados (entre estos tres se encontraba el portero Trusevych).  El resto sobrevivió para contar y transmitir esta historia y los valores que conlleva con ella.

Pese a que, tradicionalmente, se la ha relacionado con el comunismo y su alza durante la etapa final de la guerra, prefiero darle un enfoque menos patriota e hipócrita. Cómo comentaba al inicio, esta historia plasma cómo la fe en un sueño y el seguimiento de esa fe y ese sueño con valentía pueden ofrecer una recompensa que sobrepasa la pared, quedando ésta cómo un simple velo, impuesta por la muerte.

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