Ahora
que conocemos el significado íntegro de los conceptos “normalidad” y “normal”
quisiera que diésemos un paso más y nos detuviésemos en la siguiente cuestión: ¿Qué es lo que
considero normal, y que por lo tanto entra dentro de lo que es la normalidad? Planteo
esta pregunta puesto que, aparte de estar muy relacionada con el primer párrafo
del texto que ya hemos discutido, la considero necesaria para la actualidad,
así como también considero que debería haberse realizado en cada una de las
épocas de la historia global, independientemente de lo que las fronteras, los
idiomas y el dinero separasen. Pero ¿por qué considero dicha pregunta necesaria
para nuestra actualidad más reciente?
Bien,
como todos hemos podido percibir estamos bajo uno de los mayores nubarrones de
la historia. Cuando alguna persona, o nación en este caso, tiene una nube del
tamaño de la que estamos viviendo sobre su cabeza ¿no va a tratar de
construirse un techo antes de que comience la descarga? Eso sería lo normal.
Pues bien nosotros no sólo no tratamos de construirnos dicho techo sino que
encima no hemos quitado el sombrero y nos estamos arrancando el pelo de la
cabeza, como si quisiésemos mojarnos todavía más. Estamos caminando en el sentido
contrario a la normalidad, hasta tal punto que aquello que es y debería ser lo
normal lo hemos convertido en anormal y viceversa.
Y
digo esto porque, francamente, no creo que sea normal el sistema que estamos
llevando, o al menos la organización y administración que estamos haciendo de
él. Habrá notado el lector que utilizo en cada verbo una tercera persona del
plural que puede resultar incómoda. Pero que nadie se alarme porque este
escrito no es ninguna culpa que yo quiera cargar en nadie. Simplemente es un,
como bien indica su título, manifiesto que hago con la convicción de que estoy
en lo correcto.
La
normalidad, lo que realmente debería ser normalidad, queda muy lejos de
nosotros. El porqué es muy simple: no estamos haciendo lo normal. Violamos la
normalidad una y otra vez con todas y cada una de nuestras faltas, desde la
cúpula del gobierno hasta el ciudadano de a pie.
No
es normal, ni puede serlo, que una persona no pueda acceder a unos estudios
universitarios o de otro tipo. No es normal que una persona no pueda comprar un
determinado producto alimenticio o higiénico. No es normal que la mitad de los
jóvenes de un país permanezcan largas horas en la fila de las oficinas de
desempleo. No es normal que a unos pocos les sobre y a otros muchos les falte
lo básico. No es normal que un rey continúe viviendo de su pueblo cuando conoce
perfectamente que la espalda de éste no puede cargar con nada más. No es normal
que el presidente del gobierno y sus ministros realicen actos totalmente
contrarios al deseo del pueblo; pueblo gracias al cual tienen su cargo de
gobernantes. No es normal que la cura de una situación de crisis como esta
salga de las estructuras básicas de cualquier sociedad como son la sanidad y la
enseñanza públicas. No es normal que el denominado “progreso” nos esté ahogando
hasta acabar con nosotros. No es normal que las ayudas que se otorgan no se
controlen al clarear el sol en la mañana
y al llegar a la noche se hayan denegado y finiquitado todas ellas. No es
normal que se rescate a un banco por partida doble creando un agujero de 9’5
millones en las arcas públicas. No es normal la voz que calla ante todos estos
hechos y no es normal que quiera acallarse la voz que protesta en contra de
todos ellos. No es normal que se pierda tanto tiempo en simples placebos y
nadie se atreva a dar un paso hacia la verdadera solución. No es normal.
Si
tuviese que seguir con el listado blogger cerraría mi cuenta por
sobresaturación. Pero me conformo con lo que aquí he podido exponer y esta
misma noche firmaba en cualquier papel para que las anomalías aquí nombradas,
únicamente esas, sin contar las demás, pudiesen solucionarse y evolucionar
hacia un estado de correcta normalidad.