En el año 2012 la Unión Europea recibió el Premio Nobel de la Paz por mantener el orden y la paz durante más de sesenta años en el continente. En el mes de mayo de 2013 los ciudadanos ucranianos comenzaron a protestar por sus calles y plazas contra las gestiones de su propio gobierno y con el objetivo claro de expresar su voluntad de entrar a formar parte de esta unión de países continentales. A día de hoy, 20 de febrero del 2014, los enfrentamientos entre manifestantes y antidisturbios han dejado 26 fallecidos y prosiguen, sin avanzar, en una especie de punto muerto.
Ucrania es el punto muerto de la política internacional (abc.es) |
El presidente Viktor Yanukóvich ha firmado una tregua esta mañana con la oposición, después de haber recurrido a la vara de hierro y no lograr la retirada de los manifestantes. Putin se esconde tras sus fronteras y sus Juegos Olímpicos de Invierno y parece ni tan siquiera conocer el nombre de su mayor vecino. Obama no ofrece ayuda, sino que amenaza al más puro estilo yankee. Y la Unión Europea, pendiente de la reunión de todos sus Ministros de Asuntos Exteriores, se plantea el hecho de sancionar al país éstico pero sin miras al final del conflicto.
Es bochornoso que el presidente de un país esté dispuesto a llegar hasta este punto por tal de aferrarse al poder. Y eso sin tener en cuenta el punto al que podría llegar si la revuelta continuase. Es bochornoso ver como el presidente de lo que se hace llamar 'una gran potencia mundial' esconde la cabeza en los J.J.O.O. más caros de la historia. Es bochornoso ver como el hombre que denunciaba la posesión de armas químicas en Siria, y que recibió el último Premio Nobel de la Paz por ello, se limita a amenazar desde el otro lado del océano. Es bochornoso observar a una Unión Europea, Premio Nobel de la Paz por sus gestiones pacíficas y el mantenimiento del orden en el continente, que sigue estancada en sus reuniones y comitivas pero que no logra activar la praxis que de estas puedan extraerse. Todo está siendo bochornoso, si es que este término es lo suficientemente justo como para describir una situación como la ucraniana. A mí, francamente, me parece muy incompleto.
Las revueltas son ahora una Guerra Civil de guerrillas (publico.es) |
La vieja Guerra Fría que parece no apagarse nunca. El tirano Yanukóvich insiste en reforzar sus relaciones con la Federación Rusa mientras su estado le reclama la entrada en la Unión Europea y una mayor preocupación por las relaciones con occidente. Se desata una guerra civil de guerrillas y el resto de la comunidad internacional se dedica a parlotear respecto al asunto. Quizás dentro de poco a alguien se le ocurra la idea de que allí también hay armas químicas y pueda anotarse un gran tanto a favor para el Premio Nobel de la Paz. Mientras tanto, entre falsas treguas y enfrentamientos urbanos completamente radicalizados, la situación en Ucrania se va convirtiendo en un conflicto cada vez más oscuro y descontrolado, donde todo se permite, todo es torturable e incluso objeto de muerte. Realidad y reuniones oficiales vuelven a no corresponderse como deberían y en medio de este estado ¿dónde están nuestros dos últimos grandes pacificadores?