"El estado de derecho no se somete al chantaje". Esta ha sido, quizás, la segunda frase más utilizada por el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, después del ya famoso "fin de la cita", en su comparecencia ante el parlamento. Una comparecencia cuya tónica, desde el inicio, ha girado entorno a las mentiras de unos partidos contra otros y a una reclamación unánime de dimisión, a petición de los partidos opositores.
Rajoy ha vuelto a dejar muchas incógnitas sobre el caso Bárcenas (cadenaser.com) |
Pero en realidad, lo de hoy ha sido un claro ejercicio de la absoluta incompetencia de la clase política española. Uno a uno, nacionalistas, socialistas, conservadores, etc., los representantes de las diversas fuerzas políticas representadas en el parlamento han ido ocupando el atril principal, para abandonarlo después sin haber aportado ninguna solución eficaz. Todo se ha limitado a una chabacana y banal palabrería con el objetivo claro del 'tú más'. Fuera de ahí, no ha habido nada más. Ninguna propuesta que ayuda a mejorar la situación económica del estado. Ningún planteamiento que pretende impulsar una ley que fulmine por completo a la corrupción. Ningún recuerdo sobre las tantas familias que, quizás sin darse cuenta, dependen tanto de sus actos y su palabras. En general un ejemplo más de la insolvencia de España, mientras se continúe manteniendo este sistema de caciques y falsos demócratas escondidos tras una corbata a rayas y una americana a juego.
El estado de derecho puede no someterse al chantaje, pero sí queda sometido a amenazas y riesgos como el cierre del CSIC, la fuga de cerebros, la huída, guión traslado, de imputados, etc. Las palabras de Rajoy se sumergen en el corazón del concepto de cinismo y, además, resultan completamente inútiles porque no solucionan ni sirven de nada, ni tampoco se corresponden con la realidad. El estado de derecho no existe. Es una falacia tan grande como la aplicación práctica de la declaración de los derechos humanos. Ni se ha cumplido, ni se cumple y, todo hace indicar, que no se cumplirán.
Artur Mas culpa al tesorero de CDC (cuatro.com) |
Además de la comparecencia de hoy, tenemos la de ayer del presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas. La cosa va de lo mismo. De presidente a presidente. De palabras que no dicen nada y que se clavan en mitad de la impotencia que podemos llegar a sentir. Y, todavía, el señor Mas contó con una oposición más blanda y suave, que la que se ha visto hoy. Pero que, en ambos casos, ha sido completamente inocua. Un fantasma ajeno a los hechos.
Ya han pasado las dos grandes fechas esperadas por toda la esfera pública y los medios de comunicación. Mañana, vuelta a la rutina sin respuestas ni hechos, con la basura todavía en el contenedor. La impotencia, consecuencia de prácticas tan cínicas como las de ayer y hoy, está quemando fuera en la calle las esperanzas de muchos. Pero, insisto, mañana vuelta a la rutina. Comparecencias que servirán como una página más para capitular.
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