Decían las lenguas ignorantes que siempre resplandecía una luz en el palacio del Pardo. La luz del dictador que permanecía en su opulente lugar de trabajo hasta bien entrada la noche. Una luz que debían confundir con la de algún gris que había descubierto a alguien hablando en catalán o esukera, o bien mostrando rebeldía contra el régimen, y que le estaba dando una buena paliza mientras le alumbraba con su linterna. Francamente, y valga la redundancia, no creo que en aquella época hubiese cobijo en ninguna institución ni administración para el resplandor de la honestidad que comporta el arte de trabajar. La única luz, que tan sólo podía encontrarse en el corazón de aquella muchedumbre campesina y obrera agotada de soportar el peso del yugo y las flechas.
Pleno de la Diputació de Tarragona (diaridetarragona.com) |
Y es que en este país siempre se ha sentido una gran predilección por alterar el significado de las cosas. Por ejemplo con la transición. La Real Academia Española define el concepto de transición, en su primera acepción, como la "acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto". Gran palabra, esta de 'transición'. Lo cierto es que, pese a todo lo pactado en las citas históricas sobre el periodo en que Franco muere y comienza a organizarse la monarquía parlamentaria, en España no ha existido transición.
Se apagaron las luces del Pardo. Pero entonces llegaron las de una Casa Real que parece actuar de manera similar a la de sus ancestros en las épocas del feudalismo. Y junto a ella, una Administración Pública insostenible, que incluye subsecretarías de las subsecretarías y que se presenta como un laberinto infinito e inexcrutable. Un pozo sin fondo que todo se lo traga. El Diari de Tarragona detalló la última prueba de ello en un extenso y completo reportaje, publicado el pasado domingo. En este artículo se puede corroborar la sangría (57.000 euros al mes) que causan las dietas, sólo por transporte, en las arcas públicas. Además, cabe destacar la sorprendente cuantía que los regidores locales cobran por asistir a los plenos del Ayuntamiento (752 euros, por ejemplo, en el caso de Tarragona, o 522 en los de la Diputació).
El escudo franquista, en la constitución del 78 (hiru.com) |
No existe ninguna transición. El sistema ha cambiado su fachada por una diplomacia incomprensiva y cuatro eslóganes fáciles de recordar, pero sigue siendo el mismo de siempre. Continua la mentalidad inquisidora de Isabel y Fernando, el feudalismo de los Asturias, los propósitos del Antiguo Régimen de Fernando VII y la opresión, algo camuflada, del régimen franquista. Continua, el mandatario, teniendo de sobra, y el ciudadano de a pie, viviendo con las sobras.
Y todo por esta única y lenta velocidad que ha conducido siempre el estandarte en España; la de un poder abusivo que cuando no ha encontrado un contexto para desarrollarse a su antojo, ha retrocedido en el tiempo como si nada, a fin de instalarse en su más plácida comodidad. Ni nos engañemos, ni dejemos que nos engañen; cuando hablen de transición, que no se refieran a 'la que ya pasó', sino a la que todavía ha de llegar.
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