En todas las facultades de periodismo se dedica un capítulo especial a explicar el fenómeno Yellow Kid, dentro de la historia de los orígenes de la prensa moderna. Este personaje pueril y vestido siempre de amarillo, perteneciente a la tira de cómic Hogan's Alley que apareció primero en la revista Truth y después en los archirrivales New York Journal (William Randoplh Hearst) y New York World (Joseph Pullitzer), siempre andaba metido en las peleas y enfrentamientos del callejón de al lado de su casa, utilizando un lenguaje muy peculiar y, por lo general, mostrando la típica vida de un barrio metropolitano en los Estados Unidos de finales del siglo XIX (1894-1898). En términos periodísticos, se le conoce como el padre del sensacionalismo. De ahí su especial relevancia a la hora de estudiarlo.
Portada de El País 25-3-2015 (kiosko.net) |
El legado que deja Yellow Kid consiste básicamente en focalizar la atención en aquellas noticias consideradas como 'sucesos' y que muestran siempre una temática alrededor de la muerte, el secuestro, el asesinato, las catástrofes naturales, etc. Todo ello intentando dotar al discurso informativo con un marcado tono emocional, que pone el acento en las reacciones que las personas muestran al sufrimiento.En otras palabras, sensacionalismo.
Estos últimos días, con el trágico accidente de avión en los Alpes franceses, ha podido observarse en muchos medios de comunicación una clase magistral de como hacer Yellow Kid, o sensacionalismo. Por supuesto que hay muchos profesionales rigurosos y serios trabajando en la investigación de los hechos por tal de hacer llegar toda la información a la ciudadanía. Pero también han vuelto a aparecer los titulares que recuerdan a nombres de películas de domingo por la tarde, y las portadas que buscan la lágrima fácil y el impacto del público a través de imágenes de los familiares de las víctimas.
Portada de El Mundo 26-3-2015 (kiosko.net) |
Las redes sociales se han llenado de mensajes de muchos profesionales del periodismo que reclaman la necesidad de reconsiderar hasta qué punto es necesario mostrar el dolor en la pantalla de la televisión, en el papel o bien a través de las ondas radiofónicas. Después de tragedias como la ocurrida en los Alpes toca analizar de qué manera los medios de comunicación espectacularizan el sufrimiento de las personas y lo banalizan con la única consideración de obtener más audiencia. Se ha educado al público en la costumbre de unas informaciones morbosas y que parecen no tener límite a la hora de inmiscuirse en el ámbito íntimo y personal, por eso la empresa que consiga reunir las imágenes más impactantes será la que obtenga mayor audiencia.
Esto no tiene que ver nada con el periodismo, ni con la voluntad y el arte de informar. Por el contrario, es grotesco fijar la cámara delante de un rostro desconsolado y que no puede reprimirse en esa situación. O publicar las fotografías y los nombres de las víctimas que iban en el avión. Es necesario preguntarse qué valor aporta a la información esos datos. Si es nulo, ¿entonces por qué publicarlo? El legado de Yellow Kid es una imposición que se ajusta básicamente a parámetros económicos, es decir, a ver qué empresa se lleva la mayor audiencia y todo lo que ello comporta (publicidad, visitas en la web, mejor posicionamiento, etc.). No hay nada de periodismo en ello. Desde el sector periodístico y de los medios de comunicación, por lo tanto, es necesario reflexionar hasta qué punto el sensacionalismo impone sus intereses sobre la buena información, y cómo en este clima de tiranía económica es posible combatir con la idea de que la noticia, sin 'carne', sabe a poco.