No pretendo aludir a nadie ni a ningún colectivo a través de las siguientes
líneas. Toda opinión e idea es merecedora de un respeto común, exceptuando
claro las opiniones e ideas que se basan y fundamentan en no respetar las demás
o, incluso, destruirlas.
Así pues, quiero centrar este
contenido en las huelgas; en concreto en las de estudiantes, aunque creo que es
algo que repercute a todas. Este jueves 11 de octubre s han convocado huelgas
estudiantiles en puntos clave como Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela,
Tarragona, etc. Estas huelgas son, y deben ser, una concentración para
protestar contra los recortes llevados a cabo por el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, y su correspondiente ministro, José Ignacio Wert, a quien
hace unos meses escribimos una carta desde aquí mismo. Pero en muchos de estos
movimientos se entremezclan unos factores políticos que acaban depreciando el
valor de la protesta. Determinados colectivas aprovechan la presencia de la
multitud para reivindicar sus ideologías y sus ideales y modelos políticos,
cambiando así, por completo, el motivo inicial de la manifestación.
Por eso me resulta de un extremado
cansancio el hecho de tener que hacer huelga, a parte de los motivos que
personalmente anhelo que son por desacuerdo directo con las políticas
educativas del ministerio y por compromiso y respeto con mis compañeros, por la
imposición de un determinado grupo o colectivo que de sobras puede saberse (y
leerse en los panfletos informativos que reparten antes de dicha manifestación)
que utilizarán la concentración para algo más que protestar por los recortes
educativos.
Si se quiere que a través del arte
de la manifestación y la protesta
pública y pacífica se consigan cambios en las políticas gubernamentales las
congregaciones estudiantiles deben limitar su marco de acción a la protesta
contra los recortes educativos y contra los planteamientos del ministro Wert, y
deben realizarse ante las puertas de los ayuntamientos, diputaciones,
ministerios y parlamentos, más que por las calles y plazas de la ciudad. Y
sobretodo se deben concentrar los esfuerzos en reclamar una educación digna y
no utilizar estas oportunidades para exponer los modelos políticos que cada uno
lleve consigo en su mente. Es decir, lo justo es una manifestación neutra para
que puedan incluirse todos los colectivos e ideales y que se concentre en
protestar por aquello que reclama.
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