viernes, 29 de marzo de 2013

"Cadena de favores" de Mimi Leder



Si hay alguna película que deje claro el tema de la solidad y la ayuda fraternal es "Cadena de favores". Una película sencilla. Nada complicada en cuanto a aspectos técnicos. Muy simple. Una historia que contar que se muestra tal y cómo es.

cartel de la película/plus.es
 El público suele acordarse de ella porqué actúa Haley Joel Osman, el famoso niño de películas como El sexto sentido o Inteligencia Artificial. Pero esto es sólo un recordatorio. El propósito que nos muestra este film es un noble y puro. Es de destacar que intenta transmitir un cambio y lo hace comenzando desde la base de la sociedad: un niño. Los niños representan, con su inocencia y docilidad, la base sobre la que se sustenta cualquier sociedad. De ellos será el mañana y el futuro de la ciudadanía dependerá de los que hoy no saben balbucear cuatro palabras seguidos. 

 Pero ¿qué tipo de cambio se nos puede mostrar y más a través de un crío? El cambio es una cadena de favores, cómo el nombre de la película indica, que idea la infantil mente del protagonista. Una cadena que consiste en hacer un favor a tres personas diferentes.La persona que recibe el favor deberá luego ocuparse de hacer un favor a otras tres personas. Así hasta el cómputo global de la tierra. 

La ayuda fraternal consiste en algo parecido. Realizamos una acción de ayuda, una obra que beneficie a otra persona en su necesidad. La única diferencia es que no debemos hacerlo obligando a la otra persona a que ayude a otro necesitado. Esta ayuda viene por voluntad, por deseo propio. No puede ni debe ser algo forzado. En ese caso, pierde su valor. Claro que en este punto podemos pensar que eso va en función del tipo de persona. Hay persona que son muy caritativas y dadivosas y hay otras que son demasiado egoístas. ¿De dónde proviene esa voluntad de ayudar?

Bueno en ese caso podemos recuperar el artículo de cine de la semana pasada. El amor al prójimo es una fuente de la que emanan todos los actos de bondad del ser humano. Nada es por voluntad propia y tampoco por azar. Un corazón que sienta amor hacia sus semejantes, sin duda alguna, estará más dispuesto a ayudar que un corazón que sienta odio o, simplemente, no se pare a pensar en sus prójimos. El egoísmo no comienza cuando actuamos para nuestro propio beneficio. Comienza cuando evadimos de nuestras mentes la idea de pensar en los demás.