jueves, 12 de septiembre de 2013

Los dos fantasmas de una Madrid no olímpica

El fiasco de la candidatura olímpica madrileña deja como consecuencias un par de fantasmas planeando sobre todo el estado, no únicamente sobre la capital: la antirepresentación a nivel exterior y el desbarajuste de infraestructuras junto con el ensanchamiento del agujero económico

Nadie pudo salir fortalecido de tal batacazo (lavanguardia.com)
En primer lugar tenemos esta idea a la que me he permitido bautizar como "antirepresentación". Los líderes de la candidatura olímpica madrileña actuaron como el antihéroe de una historia que se repite en el paso del tiempo. La actuación más destacada, porque lo vergonzoso también destaca, fue la de la alcaldesa de la ciudad, Ana Botella. Su paupérrimo nivel con el inglés y su discurso tan falto de valores no cabe duda que fueron una baza fundamental para la decisión final del COI, aparte de ser un reflejo fidedigno de la clase política que gobierna en España, en general. 

Me molestó particularmente la opinión de algunos analistas que afirmaban que el príncipe había sido "la única figura fortalecida" de la derrota. Que había demostrado "un manejo muy suelto de los idiomas" y que había mantenido una gran diplomacia. Francamente creo que alguien que pasa un año entero estudiando en un país extranjero debe regresar con el idioma aprendido, sino sería una completa pérdida de tiempo. Además, también creo que alguien que dedica su vida a la diplomacia, deberá manejarla de una manera correcta y aceptable. En caso de lo contrario, sería una formación desperdiciado. Por lo tanto no se puede afirmar que Felipe salió fortalecido por demostrar cosas que le son obligaciones. Hubiese salido fortalecido si hubiese pagado de su bolsillo los billetes del avión hasta Buenos Aires

¿Qué pasará con las obras abandonadas y su gasto? (elpaís.com)
Hablando de la capital argentina, hemos dicho que el segundo fantasma es el del desbarajuste de infraestructuras y del ensanchamiento del agujero económico. Construcciones de estadios y otras instalaciones deportivas quedan completamente desiertas, convirtiéndose en verdaderos fantasmas de hormigón. Metafóricamente hablando, podría hacerse una comparación entre las gigantescas estructuras de la Madrid post-olímpica con los vastos mares de chabolas de la 'Hooverville' de los años del crack norteamericano. Y a todo esto hay que sumarle un gasto económico. Un gasto que, sólo en infraestructuras, supera los mil millones de euros, y a eso habría que sumarle todo el despliegue de la comitiva española en Bueno Aires que, por supuesto, no salió del bolsillo del príncipe y tampoco del de Ana Botella. Reconozco que nunca antes, en mi corta vida, había visto tanta representación de un mismo representado. Y como tercera y letal suma, tenemos las otras dos candidaturas ya fracasadas para las que también se hicieron sus correspondientes gastos.

Tras haber comprobado los dos fantasmas que sobrevuelan el ayuntamiento madrileño y, por centralismo puro y duro, el resto de España, sólo nos queda dar gracias por el hecho de que el COI rechazase finalmente la candidatura de Madrid 2020. Dar gracias porque, si con una simple candidatura se ha hecho el gasto que hemos podido observar, no quiero ni imaginar qué hubiese pasado si los juegos se hubiesen celebrado finalmente en la capital española
De este error no se puede aprender (cadenaser.com)

En general, la candidatura de las olimpiadas de 2020 nos deja un ejemplo más de la revolución social de la que tan necesitados estamos. Una revolución que lleve al poder a verdaderos líderes, en lugar de esas extensas e inútiles comitivas que no cesan en su empeño por desangrar el bolsillo público. Y una revolución con la que se pueda ejercer un control directo sobre el gasto del país, y más con la que está cayendo. Porque ¿verdad que no se celebró ningún referéndum para consultar si la población estaba a favor de celebrar los Juegos Olímpicos? Y ¿verdad que tampoco se hizo ninguna consulta a la ciudadanía sobre el dinero que estaría dispuesta a invertir en dicha candidatura? La respuesta es obvia. Tan obvia como la falta de "demos" en nuestra democracia.