Señor ministro de
educación, cultura y deporte:
Desde que llegó usted
al sillón más alto de este ministerio no ha pasado día alguno en el que no haya
sentido la necesidad de escribirle. Bien por trabajo, bien por otras
ocupaciones y necesidades más primordiales que el hecho de escribirle a
usted-no se ofenda- he ido aplazando ese recelo de poder enviarle a usted un
escrito.
Pero debo confesarle,
señor ministro, que se ha encargado muy bien de ir engordando cada vez más esa
necesidad en mi interior hasta tal punto que ya no la he podido aplazarla ni
reprimir más. Puedo confesarle que estas líneas me obliga a escribirlas usted.
No son fruto de un deseo personal ni nada por el estilo.
Sé que ha dado muchos
giros y vueltas en su vida. Fue diputado en las Cortes por la provincia de La
Coruña con la formación PDP (Partido Democrático Popular). Pero al parecer, por aquel entonces la
política no era lo suyo. Prefirió probar mayor fortuna en el sector privado,
donde llegó a ser presidente de algunas empresas importantes en el sector de
análisis de opinión y sondeos de audiencias, como Demoscopia, fundada por usted
mismo, y Sofres.
Trabajó también como
profesor de sociología en la Universidad Autónoma de Madrid y estuvo en el banco
BBVA. Pero resumiendo señor Wert, esto no es una recopilación de su currículum
ni nada por el estilo. Cualquier persona que quisiese informarse sobre su vida
no tendría mucha dificultad para encontrar datos acerca de usted. Y por
supuesto, mucho mejor que yo, sabrá usted cual es su propia carrera. Así que,
siempre bajo la tutela de su permiso, adentrémonos en la temática de esta
carta.
Y lo cierto señor Wert,
como antes le decía, es que usted mismo ha sido el detonante de este manifiesto
personal que le hago. Aunque creo que más adelante descubrirá que de personal
tiene bien poco. Soy un joven estudiante de periodismo. Recientemente acabo de
concluir mi segundo año en esta maravillosa carrera que cada día me enseña algo
nuevo y me proporciona un aliciente muy distinto al anterior ¡Exacto! Soy uno
de esos tantos cientos de miles de estudiantes a los que usted se ha dedicado
últimamente a acosar sin ningún tipo de piedad.
No soy afín a ninguna
fuerza política de las que imperan en el país. Le escribo esta carta desde la
total neutralidad que siento en mi corazón. Poniendo como base de cada frase
una rocosa imparcialidad. Pero eso no me excluye de la que es, será y debería
ser la mayor fuerza en cualquier territorio: el pueblo. Sí, señor Wert. Pese a
que le cueste entenderlo así es. El pueblo tiene el poder. Usted no es más que
una vaga representación de un pueblo dolido con su predecesor. Un pueblo que
buscaba-y lo sigue buscando- un cambio,
mas no lo encontró. Un pueblo al
que usted no ha respetado desde el primer día que tomó la cartera de educación
cultura y deporte. Y no solo no lo ha respetado sino que ha ido más allá. Se ha
permitido menospreciarlos e insultarlo. Maltratarlo y devorarlo. Eso es lo que
ha demostrado, exactamente, usted hasta la fecha.
No miento cuando afirmo
que no hay nada en mi interior que se alce en su contra. Se lo aseguro señor
ministro. Pero le estaría mintiendo si no le confesase toda la verdad de mi
sentir. Y esa verdad es que me tiene usted muy preocupado. En estos siete meses
de mandato ha causado en mí muchas angustias y aflicciones señor ministro.
Además de algún que otro enfado, debo confesarle. Pero de entre todas esas
cosas, esa verdad que me esfuerzo en confesarle es que me tiene usted muy
dolido. Y aunque pueda que a usted no le interese que un estudiante más de esos
muchos que tanto han clamado su nombre- y no precisamente mirando al cielo- le
manifieste su descontento, yo anhelo aclarárselo porque tengo fe. Tengo fe en
la mejora de cualquier situación y de cualquier persona. Y a usted no puedo
excluirle señor ministro.
Me duelo, señor Wert,
cuando recién llegado usted al gobierno propone medidas tan absurdas como la de
la desaparición del 4rto curso de la secundaria y la ampliación del
bachillerato un año más. Esto no es más que un placebo que va a generar más
gastos. No está recortando ningún curso. Simplemente lo substituye. Está
cambiando el nombre de 4rto de ESO por el de 3ero de bachillerato. Y ojalá, de
todo corazón le confieso, ojalá que sus medidas y reformas ministeriales
hubiesen sido todas como estas. Simples placebos que ni quitan ni dan. Reformas
que no aportan nada nuevo y tampoco recortan. Pero ¡hay pobre iluso de mí!
Cuánto dolor me causó al ver que iba a destinar una subvención de 193.000€, más
que necesarios en la educación del país, para el Diccinario
biográfico español, muy cuestionado por la falta de precisión en algunas de
sus biografías ¿Cómo un estudioso de la sociedad y del derecho como lo es usted
no puede entender que ese dinero era necesario para la educación del país?
¿Acaso cree usted que tiene más valor un conglomerado de biografías dominadas
por la subjetividad de sus autores que la educación de un niño español? ¡Por
favor señor ministro, no sea usted tan hipócrita!
Me duelo, señor
ministro, al ver que en este país siguen mandando la Iglesia Católica y su
partido político afín. En cuanto cuatro voces de estos sectores dejaron ver su
descontento con la asignatura Educación
para la ciudadanía usted, sin más consulta popular ni referencia al pueblo,
decidió cambiarla por Educación Cívica y
Constitucional, al parecer de toque más conservador y favorable a los
ideales de su partido. Y en esto siento el derecho y el deber de decirle a
usted que ha violado los estamentos y las leyes sobre la libertad de expresión
y el derecho de elección del pueblo. Ha tomado una decisión sin consultar y
usted no es España ni su educación señor Wert, no lo es.
La cúspide de todas sus
decisiones tan negativamente trascendentales para su país llegó cuando vi en un
artículo de un periódico su decisión de aumentar en un 66% el precio de las
matrículas para el año que viene. Señor Wert le escribo con franqueza. En estos
dos primeros cursos he podido disfrutar, gracias a Dios, de una excelente ayuda
económica que me ha ayudado a mantenerme en el lugar en el que estoy. Se me ha
pagado el coste íntegro de la matrícula y se me ha proveído de ayudas en
diferentes conceptos. Pero le animo a que se haga usted la misma pregunta que
me he hecho yo en estos dos años y que me hice cuando leí esta noticia: ¿y
ahora que será de aquellos que no gozan de una beca como la mía? ¿Qué será
señor Wert? Dígamelo usted porque yo ni me lo imagino ni quiero imaginármelo.
La pregunta que me hago
en relación a esto es: ¿cómo un ministro de educación cuya labor es velar,
cuidar y fomentar una educación pública saludable, destruye de una forma tan
atroz la enseñanza primaria, secundaria y superior de un país? No lo comprendo.
Y eso es precisamente lo que usted ha hecho ministro. Nos ha atado, primero, la
soga al cuello y después nos ha empujado para asegurarse que dejábamos todos de
respirar. Una de las últimas frases que
le escuché decir, “en España hay
demasiados universitarios”, le delata a usted, señor Wert. Quiere una
sociedad que no piense, que no sepa contestar, que no busque razonar. Quiere a
un pelotón de personas que se amontone en las calles acatando todo cuanto haga.
La base de cualquier
sociedad es la educación. Nuestra sociedad se caracterizaba por una educación
pública de calidad, independientemente del nivel de los estudiantes. Usted ha
devorado hasta los huesos de esta base.
Pero no se preocupe
señor Wert. Usted ya tiene su carrera y su bienestar garantizados. A los demás
déjenos los cuchillos y los palos que ya pelearemos entre nosotros.
Sepa usted que todo
cuanto se cosecha en esta tierra, posteriormente es devuelto. Así que, desde el
amor que le tengo como prójimo suyo que soy, le aconsejo que cambie de
semillas.
Para acabar esta carta,
le digo que aunque usted no se haya planteado ni por un instante pedir perdón o
reconocer su error, le perdono y le otorgo toda la misericordia que ha sido
puesta en mí. En ese perdón vuelco toda mi fe, haciéndole saber que todavía
creo en usted. Creo que puede pulir mucho más su cometido y llevarlo a puerto
de mejores aguas.
Un saludo cordial.
La
letra pequeña, Tarragona, julio de 2012.