
Además de que era una
guerra de jóvenes contra jóvenes, causó grandes daños en el paisaje y la
geografía europea con todas las trincheras y campos de batalla que se crearon y
se destruyeron y se volvieron a crear para volverse a destruir.
Esta guerra no debió
gustarle mucho a los jóvenes soldados que participaron en ella porque, pese a
haber comenzado en julio de 1914, en las festividades navideñas de diciembre
del mismo año ya decidieron hacer un alto el fuego. Un hecho conmovedor y una
muestra más de que el hombre, realmente, no tiene sed de sangre ni de venganza
y no anhela otra cosa que los caminos de la paz. En cuanto percibe que está muy
lejos de esos caminos y que se ha adentrado en tierra hostil desea y lucha con
todas sus fuerzas para volver a la paz.
De esta manera, el 29
de diciembre se produjo un bonito y necesario alto el fuego, pese a no ser
oficial para la burocracia, entre los frentes británico y alemán. Esto es lo
que se conoce como la Tregua de Navidad. En ella, los alemanes cantaron su stille nacht (noche de paz) y los
británicos los acompañaron con tradicionales villancicos de su nación.
Posteriormente, los soldado abandonaron las trincheras, infestadas de infección
y de todo tipo de condiciones insalubres, y se dispusieron juntos a leer
algunos versos del exquisito Salmo 23 (El
Señor es mi pastor, nada me faltará…). Incluso tuvieron tiempo, durante los
escasos días que duró la tregua, de improvisar un pequeño campo de fútbol y
jugar un partidillo. Se han encontrado algunos escritos y documentos en los que
se afirma que el resultado fue de 3-2 favorable al conglomerado alemán.
Una bella y delicada
forma de poder y saber ver el punto de luz en mitad del óvalo repleto de
oscuridad. Y pese a que puede que muchos de los que leyeron y cantaron juntos,
y también jugaron aquel partidillo con completa deportividad, se acabasen
matando entre ellos al cabo de unos días, la fraternidad, el amor y la paz que
compartieron y sintieron juntos en aquellos días no podrían ser sustituidos por
otra cosa. Sus corazones resquebrajados fueron saneados y sus heridas
limpiadas.
¿Quizás hoy en día nos
resultaría necesario hacer una “Tregua de Navidad”?
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