viernes, 9 de agosto de 2013

"En busca de la felicidad" de Gabriele Muccino

¿Qué o quién da la felicidad? Siempre se ha dicho que el secreto de la felicidad depende de cada cual, en función de el concepto que cada uno tenga de felicidad y las cosas que le hagan felices. Tiene parte de cierta esta afirmación. Y es que el ser humano, cómo individuo, otorga un valor a unas determinadas cosas que otro ser no. Pero aún así, creo que existe, como en todo, una base inmutable para cualquiera. 

Cartel de la película (filmaffinity.com)
Esta película de Muccino sigue la línea de 'Siete Almas', otra obra suya. Aunque únicamente lo hace en el aspecto de la profundidad de la historia. A partir de aquí los temas son diferentes. Si en 'Siete Almas' pudimos ver el amor al prójimo, en 'En busca de la felicidad' puede verse amor también, pero ante todo se observa lucha. No me refiero al significado bélico de la palabra sino a la lucha que al fin y al cabo cualquier ser humano arrastra consiga en el día a día de su vida. La superación, el hecho en sí de querer mejorar la situación en la que cada uno se halla.

El dolor y la preocupación como perseguidores constantes que intentan amargar un regalo que no pierde valor, como es la vida. Este es uno de los grandes matices visibles en esta película de Muccino. Además, como comentábamos antes, el amor tan intenso que un padre puede sentir hacia su hijo mezclado con esa situación de angustia y ahogo económicos, sirve de estructura básica para esta historia. 

Fotograma del film (Coveralia.com)
Gran importancia le da el director al hecho de transmitir que sí puede existir y existe una felicidad aún cuando no queda nada. Incluso cuando tienes que pasar una noche en los baños de un metro, como los protagonistas del film. Y es que, si la felicidad humana radica en las posesiones materiales y en el poder que puede aportarnos el dinero, considero que todavía no hemos descubierto el verdadero sentido de la felicidad. Nunca he estado de acuerdo con la afirmación 'el dinero no da la felicidad pero ayuda'. El dinero ni tan siquiera ayuda a alcanzar esa felicidad tan anhelada por todos. 

Con el dinero podemos subsistir y vivir despreocupados, por supuesto. Y seguramente el hecho de tener que estar menos pendiente de sí se puede o no hacer frente a los pagos, facilita la búsqueda de esa felicidad. Pero el dinero nunca llegará a ser ninguna especie de escalera o de pilares que nos ayuden a alzarnos hacia la felicidad. Para ser feliz se necesita un corazón de carne, no un músculo que late empapelado por papeles de colores y números diversos. Una vez, en un libro escribí: "Allí donde habiten nuestros sueños, residirán nuestra esperanza, nuestro poder y todo cuánto valemos". Si nuestros sueños se encuentran en el dinero, somos verdaderamente pobres. Muy pobres.