miércoles, 24 de julio de 2013

Confesiones de un joven que sólo quiere trabajar


Este verano estoy realizando unas prácticas de universidad voluntarias remuneradas en la delegación de Tarragona de la emisora Onda Cero. Sin duda alguna, está siendo un ejercicio de aprendizaje intenso, progresivo y, prácticamente, diario, cosa que permite engancharse más rápido al tren del funcionamiento del profundo y misterioso mundo de las redacciones periodísticas. Está siendo, en general, un verano refrescante y revitalizante para la carrera profesional de un joven e inexperto estudiante como yo. Una oportunidad que es de agradecer y, sobre todo, de aprovechar.

Las carreras han pasado a un plano secundario (euribor.com)
Pero no puedo seguir en esta línea de pensamiento cuando pienso de manera colectiva, dado que más de la mitad de los jóvenes españoles no podrían escribir un párrafo como el primero de este artículo. El paso juvenil no es un problema más de los que acumula España. Es algo que si no se combate en el presente, desencadenará mucho otros problemas en el futuro. Y quizás ya sea tarde para intentar poner solución.

Es cierto que en las universidades no nos montan castillos en las nubes con la cuestión del empleo. Pero nunca puedes llegar a imaginar que te tocará a ti. Por suerte, y por desgracia para otros, no es mi caso, pero tampoco era el de la mayoría que hoy conforman ese casi 55% de paro juvenil. Entrevistando esta semana a un profesor de la universidad para un reportaje de la radio, éste me comentó que los jóvenes "no tienen que marcharse", sino que deben valorar las opciones que se les presentan aquí, y me aseguró que las hay. Pero cuando la realidad refleja cifras como estas, se hace demasiado pesada como para comprender las palabras de este profesor. 

Los jóvenes con preparación parecen no aptos para el mercado laboral (fian.hn)
La situación en el país es complicada, puesto que la oferta de trabajos tampoco se corresponde como debería con los gustos y predilecciones de los jóvenes empleados. Y más que predilecciones, preparaciones profesionales. La sobrecualificación, a mi modo de verlo, es algo que no existe. Considero que el concepto de conocimiento es tan y tan superior, que nunca podremos llegar a estar demasiado preparados. Pero este concepto se ha hecho carne y hueso en el país, bajo la forma de trabajos que no corresponden a quienes los desempeñan. En cualquier caso, lo veo como un tijeretazo que corta las alas de los pájaros que intentan comenzar su vuelo. Con todos los respetos, reducir el potencial de una mente a servir copas y fregar platos, es una huella de la que mañana no acordaremos. 

Es una cuestión muy sencilla. Si los habitantes de un poblado no se reproducen, con el paso de lo años, cuando todos mueran, el poblado se extinguirá y quedará vacío. Lo mismo en nuestra sociedad. Si las piezas del puzzle que debemos encajar bien hoy para que el día de mañana puedan encajarse en ellas otras, no se utilizan bien o se guardan en la caja, cuando a la mañana siguiente recibamos las nuevas piezas no sabremos qué hacer con ellas ni donde ponerlas, y poco a poco, en nuestra caja, se irán amontonando las unas con las otras: las piezas del puzzle somos nosotros, jóvenes con un futuro más que incierto. La caja se corresponde con nuestras oficinas del INEM.