lunes, 27 de agosto de 2012

Dos caras y un sueldo

Ayer pude leer un interesante artículo de un antiguo estudiante de derecho, creo recordar. El artículo hacía referencia a la lucha contra la injusticia y utilizaba, parar ello, a modo de metáfora o parábola real, una experiencia que el autor había vivido en su época universitaria. Un profesor mandaba fuera de clase a un alumno el primer día de clase, sin conocerlo de nada y sin que éste hubiese hecho algo incorrecto. La clase se quedaba atónita viendo como el pobre chico tenía que abandonar el aula. Pero todos callaban. Entonces el profesor comenzaba a hacer una serie de preguntas sobre el porqué de las leyes y el significado del término “injusticia”. Los alumnos trataban de responder como podían ante un profesor que se mostraba muy agresivo y en un ambiente verdaderamente hostil. Cuando se desveló el significado de la palabra “injusticia”, que venía a decir algo así como todo acto que se realiza contrariamente a los dictámenes de las leyes y libertades, el profesor les hizo la siguiente pregunta: “¿Por qué nadie habló cuando expulsé a vuestro inocente compañero de clase?”.

¿Por qué callamos ante la injusticia y no la denunciamos y tratamos de erradicarla? Y mirad que nuestra sociedad está extensa y dolorosamente plagada de injusticias. Injusticias que no son ni mayores ni menores. El hacer escalafón de los malos actos nos conducirá a excluir de la condición de “malos hechos” a los “pecados” menores y tenderemos a realizarlos habitualmente. Y nuestro escalafón de “danos menores” se ampliará sin control. No hay grado de perversidad en la injusticia. Simplemente es injusticia. Pura y dura.

Ante la injusticia no puedo callar. Ni deberíamos poder callar. Injusticias tales como la última que he encontrado hoy, precisamente. El diputado del Partido Popular Guillermo Collarte realiza la siguiente declaración: “Cobro unos 5.100€ al mes y las paso bastante canutas”. Aún estas declaraciones, debo agradecerle personal y públicamente al señor Collarte que después reconociese el grave error de estas palabras ya que hay muchos ciudadanos que sobreviven con 400 o 500 euros mensuales.
 
Desde La letra pequeña puede quedarse tranquilo el señor Collarte de que su perdón queda más que aceptado y bienvenido. Aún así, cabe decir que estas palabras suponen una injusticia para cualquier ciudadano y, ante todo, ser humano. Todos sabemos cual es el panorama y la situación actuales que estamos viviendo. No lo voy a describir. Considero que sabiendo esto ya podemos comprender el porqué de que diga que tales declaraciones suponen una grave y dolorosa injusticia. 

 http://www.20minutos.es/noticia/1571663/0/guillermo-collarte/diputado/concejal-ourense/

Y más todavía cuando la siguiente noticia que uno lee es que a una mujer anciana que se está recuperando de un ictus en un centro sociosanitario, la Generalitat de Cataluña le retira una pensión no contributiva de 104€ mensuales debido a una reclamación de unos pagos correspondientes a los meses de junio y julio por parte de la propia Generalitat. A través de la pensión de su marido, de 589€,  han podido realizar dichos pagos pero en el presente momento tan sólo cuentan con 150€ para acabar el mes.

Y cuando uno ve la gran contraposición que se da entre dos noticias como estas, y lo elevado que la injusticia ruge, no puede permanecer callado. Porque el que calla muchas veces otorga, y otorgar ante tales hechos, ante tan grande injusticia, es dejarse abrazar por la situación actual y dar la razón a aquellos que más equivocados están.

Que la injusticia hablé o no, no lo podremos detener nosotros. Pero pensemos que cuanto más perseguida y denunciada esté, menos asomará las orejas.

Adiós señor Armstrong

Pues sí, adiós señor Armstorng. La noticia de la muerte del astronauta americano, cuya relevancia y conocimiento pasan por el hecho de ser el primer hombre en plantar una huella en la luna, ha cautivado a la sociedad. Pese a que muchos dudábamos de la veracidad de la misión del Apolo 11, y de que la suela de la bota de Armstrong fuese verdaderamente encajada en la superficie del gran satélite natural, el astronauta prefirió centrar su atención lejos de tal batalla y concentrarse en la espectacularidad del hecho en sí. El mejor resumen para dicha ocasión, verdadera o falaz, lo resumió en una sencilla pero compleja oración: “Un pequeño paso para el hombre. Un gran paso para la humanidad.”

Todos sabemos que detrás de estás incursiones y aventuras espaciales estaba el conflicto político de la Guerra Fría entre los imperios estadounidense y soviético. Por esto, puede que los motivos de llegar a la luna perdiesen todo el valor que esconden y se centrasen únicamente en una burda carrera entre potencias mundiales. Una asquerosa patraña. Además, puede también que a través de estos años y del cuantío nombre de teorías realizadas para demostrar la veracidad o la falsedad del acontecimiento histórico, creando éstas una eterna lucha y una incorregible división del mundo entre dos bandos o más, hayan depreciado la importancia de este punto clave en la historia de la humanidad.
 
Pese a ello no deberíamos olvidar nunca lo que significó tal acontecimiento y lo que a día de hoy continua significando. Tal y como dijo Armstrong, lo que era un pequeño paso para el ser humano en sí, se estaba convirtiendo en una de las mayores aventuras emprendidas por la humanidad a lo largo de su historia. Todos aquellos miles y miles de años estudiando el cielo y los astros desde la tierra tomaban ahora una nueva fase. Una fase práctica que abriría muchas otras puertas a más hazañas similares o incluso de mayor valor. Por ejemplo los innumerables estudios hechos en el planeta rojo, Marte.



Armstrong, aparte de quedarse con el hecho en sí y evitar cualquier discusión, sufrió un importante dilema tras su regreso del viaje espacial. Supongo que tras haberse visto tan minúsculo en el universo, incluso haber podido observar lo insignificante que era su planeta en el extenso manto que sujeta las estrellas, los planetas y las galaxias, comprendió el papel del hombre como tal.

Este sentimiento lo expresaría posteriormente en una conocida canción. Podría decirse que es como una especie de Amazing Grace, ya que como Newton, su compositor, Armstrong la escribió después de su asombrosa aventura en el satélite natural de la Tierra. El mensaje de la canción venía a comentar algo así como lo grande y poderoso que creía el astronauta que era el hombre pero, tras haberse visto tan sólo y tan pequeño en mitad de la infinita espesura del universo, había caído en que verdaderamente el hombre no es nada y su poder y grandeza no son más que vanos pasajeros.

Yo, como Armstrong, opino que realmente no alcanzamos ni alcanzaremos a comprender el funcionamiento y la grandeza del universo en su complejidad. Por muchos estudios y expediciones espaciales, falsas o reales, que realicemos. La grandeza que consideramos reservada para nosotros no cabría ni en todos los corazones de mil tierras como esta juntos. Ya hizo bien Armstrong al afirmar, acogido por el desamparo de algo tan inmenso como el universo, que el hombre y la humanidad son pequeños, por muchos grandes pasos que den.

Emotiva despedida desde La letra pequeña al autor de tal canción, partícipe de dicho acontecimiento histórico, real o falso, pero sobretodo, al propietario de tan certeras ideas.