viernes, 18 de octubre de 2013

"La zona gris" de Tim Blake Nelson

Nunca había visto una película que tratase la cuestión de los campos de concentración nazis como ésta. Aunque puede resultar pesada en algunas partes, y su avance transcurrir demasiado lento, "La zona gris" presenta una compleja estructura de sentimientos y emociones que se cruzan entre sí, los cuales sirven de hilo conductor de la historia, en el marco de la violencia antisemita alemana. 

Cartel de la película (filmaffinity.com)
Nelson experimenta con una historia basada en el papel de los "Sonderkommandos", unas unidades de trabajo compuestas, sobre todo, por prisioneros judíos que desarrollaban sus labores en los campos de concentración del III Reich, incinerando cadáveres y conduciendo a los reos vivos a las cámaras de gas.

La contradicción que se presenta en la película, sobre el hecho de que unos judíos conduzcan a otros judíos a la muerte, es tal que las emociones llegan a impactar en el espectador de manera agresiva y brusca. Sobre todo cuando una niña, superviviente al gas, narra de qué manera trabajan esos hombres que, aun con las cenizas de sus semejantes incrustadas por todo su cuerpo, parecen acabar acostumbrándose a ello. 

Una historia que te remite a una época oscura y gris. Pero que lo hace desde el sufrimiento de los que eran vístimas y de aquellos que en muchas ocasiones son olvidados en el estudio de la historia: los obligados a presenciar a las víctimas. En juego, entran emociones como la culpa, el olvido y, sobre todo, el incesante odio. Un odio que empuja a cualquiera a enterrar a su prójimo por tal de continuar respirando unos segundos más.