viernes, 8 de noviembre de 2013

"La misión", de Roland Joffé

Llevaba días sin ver una película que suscitase en mí sentimientos tan antagónicos. Además de la banda sonora, de la cual había escuchado hablar delicias y exquisiteces pero no había llegado a imaginar su firmeza, su dulzura o su capacidad de transmitir ese aire amazónico y selvático, árido, propio de las antiguas indias mezcladas con el western tradicional de Morricone, proporciona unas perspectivas muy sugerentes sobre el perdón y otras relaciones humanas. O inhumanas. 

Cartel del film (leelibros.com)
Inhumanas en cuanto al cuadro colonialista que plantea, molesto para cualquier persona nacida en un país colono o neocolono. Quien sabe si nuestra sangre, a través de nuestros antepasados, estuvo allí, disparando los arcabuces y empuñando las espadas. Es una copa exageradamente amarga el hecho de tan siquiera poder contemplar esa opción. Roland Joffé muestra una imagen del colonialismo que puede parecer típica o excesivamente incriminatoria, pero ante todo muestra la realidad. La realidad de un colonialismo que ha ido pasando de generación en generación, como herencia histórica, y que mantenemos hasta el día de hoy, tratando de disimularlo o presentarlo con otras formas "menos ofensivas", aunque con el mismo objetivo de imponer. 

Me ha sorprendido mucho la atención que Joffé dedica a la cuestión del perdón, el gran convidado de piedra en la trama de la película. ¿Qué decir sobre el perdón? Ese extraño instrumento al que a veces recurrimos y que siempre luchamos por mantener encerrado en el último cajón de nuestro armario. El director británico no se equivoca al darle un papel tan relevante a esta cuestión en su película, puesto que el perdón conduce a un cambio, el mismo cambio que hace posible la reacción de la colonia y del resto de párrocos a través de Rodrigo de Mendoza (Robert de Niro). 

Perdón y colonialismo confrontados en una complicada batalla en la que sólo uno de los dos podrá continuar en pie. Lástima que las palabras hagan honor a su significado. Aunque "La misión" puede servir al público como generoso y abundante plato para meditación y corrección de las raíces más crudas de su pasado, las cuales intentan todavía arraigarse a todas aquellas rencillas que han ido quedando a lo largo del camino. Y sólo a través del cambio que supone perdonar y ser perdonados.