jueves, 21 de febrero de 2013

La nueva sección

Esta nueva sección nace de la recomendación de una compañera de clase con la que he tenido la oportunidad de compartir muchas conversaciones sobre películas. Es algo muy bello poder compartir opiniones junto a otras personas cuando se hace con el ánimo de respetar y de beneficiar a la otra parte. 

Es por eso que quiero agradecer a Lluïsa Bertrán su gran idea de abrir esta sección para meditar sobre la larga lista de películas que he podido ver y aportar datos reales a sus tramas, argumentos e historias. Una reflexión, en la medida de su posibilidad,  debe estar siempre acompañada de evidencias que demuestren su veracidad.

Así pues, podremos contar con sus colaboraciones sobre las experiencias cinéfilas que ha podido disfrutar. Además, para todos aquellos y aquellas a los que os gusta la moda, os aconsejo firmemente que visitéis su blog de "clones".

En definitiva, queda inaugurada la nueva sección de La letra pequeña desde la cual podréis (y espero que podáis) indagar en las entrañas del séptimo arte.

El último discurso de Mariano Rajoy

El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, se ha pronunciado de nuevo ante el parlamento durante la sesión de debate sobre el estado de la nación, realizada ayer, miércoles 20 de Febrero, en el Congreso de los Diputados.

En su discurso, Rajoy ha tratado un amplio abanico de puntos, entre los cuales cabe destacar con más ímpetu el de la corrupción. El presidente ha afirmado que le "repugna que en España surjan casos de corrupción" pero al mismo tiempo ha abalado la actuación que están llevando a cabo las administraciones públicas para combatir este problema. 

También ha querido puntualizar las medidas que el gobierno ha tomado hasta la fecha, como la Ley de Transparencia, la Ley de Financiación de Partidos políticos, que establece límites para las donaciones a partidos, o la reforma del Código Penal, que según Rajoy, "incrementa la sanción a los gestores públicos y recupera la responsabilidad penal de los partidos".

Además de esto, Mariano Rajoy, ha propuesto nuevas medidas para abordar el tema de la corrupción ante el resto de parlamentarios. Las prpuestas del presidente del gobierno pueden fijarse en tres puntos básicos: una nueva aplicación de la Ley de Transparencia a los partidos políticos, a las organizaciones empresariales y sindicales y "a todas aquellas entidades que se financien a través de fondos públicos". También la creación de una nueva Ley Orgánica de control de la actividad económica y financiera de los partidos y que, por consecuencia, reforzará el papel del Tribunal de Cuentas y le atorgará más instrumentos para combatir el problema de la corrupción y ampliar su control sobre los partidos políticos. 

En estos tres párrafos puede resumirse el punto sobre la corrupción en el discurso de Raoy. A primera instancia parece que el Gobierno haya actuado firmemente contra la corrupción. También parece que no haya habido ningún escándalo de corrupción en el que se vea implicada su cúpula. Resulta todo bastante creíble. Pero si analizamos más a fondo la situación y nos detenemos en el verano del pasado año 2012 encontramos la famosa Ley de Amnistia Fiscal. Una ley por la cual los evasores de impuestos pueden, en caso de acogerse a ella,  declarar únicamente un 10% de sus ejercicios y quedar completamente "en paz" con la justicia. Tal cómo dice el diario El País, "según la nueva interpretación de la Dirección General de Tributos, en lugar de gravar todos los capitales aflorados, se conformará con que tribute al 10% la parte generada en los ejercicios no prescrito".

Si partimos de la base de esta ley, ¿que confianza podemos depositar en las leyes de Transaprencia, Financiación de Partidos políticos, o en el endurecimiento del Código Penal? Es como si nos cortásemos un brazo y luego dijésemos que tenemos tiritas.

No soy el primero en sospechar de la aparición de la Ley de Amnistia Fiscal. Esta ley ha traído y continua trayendo mucha política. Sus disposiciones son un claro indulto para los corruptos y los malversadores de fondos públicos o privados. En el análisis sobre el discurso de ayer del presidente Rajoy creo que se bería rememorar el día en que el ministro de Hcienda, Cristóbal Montoro, propuso esta ley, que en un gobierno mayoritaria no tardó en ser aprobada claro. 
 
A partir de este punto podremos escuchar con oídos diferentes las palabras del presidente sobre si las instituciones están luchando correctamente contra la corrupción, si le "repugna" que en España aparezcan casos de esta índole o si el gobierno ha impulsado una serie de leyes y acciones en su primer año de mandato para combatirla.


Creo que hacer públicas estas declaraciones con la ley de Amnistia Fiscal de marco de fondo y el caso Bárcenas de telón, sobrepasa los límites de la mentira habitual a la que nos hemos acostumbrado. Es un ataque directo a la salud pública del estado. Una cruel carcajada ante una ciudadanía que está padeciendo las disposiciones que se dictan desde las sillas del parlamento. Pero, como se ha hablado esta mañana en el programa "Hoy por hoy" de Cadena Ser, "este debate no nos dará de comer mañana". Supongo que mientras tanto deberemos seguir aguantando las peinetas de nuestros mandatarios, como la de Bárcenas en volver de sus vacaciones en Canadá.

jueves, 14 de febrero de 2013

La renuncia de Benedicto

La noticia de la semana es la renuncia del papa Benedicto XVI. Después de siete años en el gobierno vaticano, Joseph Ratzinger ha renunciado a su puesto de pontifice alegando su avanzada edad y la falta de fuerzas para llevar a cabo su trabajo. El cónclave de obispos del Vaticano pronunciará a finales de esta misma semana el nombre del sucesor de Benedicto XVI, que será elegido por votación. 


Ratzinger renuncia y no dimite. Es un hecho aplaudible ya que el concepto de "renuncia" hace referencia ha abandonar un cargo o una posición por voluntad propia, por muy bien que el sujeto que renuncia se encuentre en dicho cargo o posición. En cambio el término "dimisión" implica también un cese voluntario de un cargo pero que acostumbra a estar impulsado por los diversos errores graves que ha cometido mientras éste se encontraba en sus funciones. Entonces, admite su equivocación y su inaptitud para seguir ocupando ese cargo y lo abandona dimitiendo. 

No con esto quiero decir que Joseph Ratzinger no tuviese motivos para dimitir en lugar de renunciar. Pero cierto es que no contaba con la presión que puede contar una figura política, por lo tanto se encontraba bien en su cargo, con una conciencia alejada del error, y presenta su renuncia. Digo que es un hecho aplaudible cuando se da cuenta de que un dirigente, por muy bueno que sea (y, con todos los respetos, no creo que sea su caso) reconoce su caducidad. 

Pero aparte de su edad alega la falta de fuerzas. No puedo juzgar este alegato porque no conozco la fortaleza de Benedicto XVI. Tan sólo la conocen él y Dios. Ahora bien, me pregunto, ¿no sentiría la misma fuerza un anciano de 80 años que uno de 85? Seguramente no. El de 85 tendría menos fuerzas, pero el de 80 años tampoco estaría para tirar cohetes, como suele decirse. Y mucho menos para dirigir un estado, como es el Vaticano, y la Iglesia más numerosa de la faz de la tierra. Por lo tanto me cuesta creer este segundo motivo. Creo que junto a la falta de fuerzas podrían mezclarse otros asuntos como la filtración de documentos secretos por parte de su camarlengo (caso Vatileaks) y, por consecuencia, una posible presión del cónclave vaticano. 


No pretendo en este artículo pronunciarme sobre la figura del papa. En teoría, y digo en teoría porque en muchas ocasioens lo he dudado, compartimos fe. Reconocemos al mismo como Dios. Por lo tanto somos hermanos en la fe. Supongo que lo que a mí, como cristiano que soy, me diferencia del papa es que no vivo rodeado de lujo, ni siento que deba rezar oraciones concretas y cerradas a cualquier cambio por tal de obtener el perdón, ni me he hecho falsos ídolos, ni he creado dogmas que no aparecen en la Biblia, ni he idealizado a Jesucristo, etc.. No con esto quiero hacer una comparación de quien es mejor o peor. Simplemente quiero dejar claro que no se trata de una diferencia de confesión. Es decir, no se trata de ver que él es católico y yo soy protestante. Se trata de ver quien se ha acercado más al ejemplo de Cristo y quien ha depositado más empeño en su vida por continuar su obra. 

El programa del Intermedio, en la Sexta, de ayer por la noche fue una decepción completa. Se hizo justamente lo que iba a pedir en este escrito que no se hiciera: ignorar a las minorías de creyentes que viven una relación con Jesús y no una religión humana y contaminada, y relacionar directamente al Vaticano y al papa con Dios y la Biblia. Fue un grave error. Tan grave como cuando por la televisión conocemos la noticia del desmantelamiento de una mafia kosovar y en nuestra mente imaginamos que todos los kosovares son delincuentes y ladrones. 

No quiero alargarme. Tan sólo quería aclarar esa realidad. Benedicto XVI ha sido, según se ha explicado en los medios, un papa de transición. El concepto de "transición" implica que debe haber un cambio. Es un movimiento cuya basa es cambiar la situación en la que comienza a desarrollarse dicho movimeinto. Que cada uno haga cuentas y valore si ha habido un cambio en el Vaticano y en la cúpula de la Iglesia católica.
Yo, por mi parte, no he sido capaz de verlo. Únicamente me gustaría que no se encerrase al cristianismo en la "bolsa" de la iglesia católica y el pontificado, porque en muchas ocasiones es de donde más alejado está.
Habrá que pedirle a Dios y esperar que el sustituto sea siempre para mejor.

jueves, 7 de febrero de 2013

Un modelo de sociedad sostenible

La crisis actual que estamos padeciendo invita a plantear alternativas al modelo de sistema que llevamos y su funcionamiento. Por modelo de sistema no es necesario hacer referencia al capitalismo o al comunismo. Estos son los dos modelos sistemáticos que se nos han presentado más allá de la sociedad del Antiguo Régimen. Pero no por ello son los únicos.

Antes de comenzar a plantear alternativas a nuestro modelo social, el modelo que hoy impera en gran parte del mundo, es necesario hacer cinco céntimos de los modelos capitalista y comunista. El modelo capitalista, en sí, es un modelo nacido del triunfo de la clase burguesa sobre la nobleza. Esto significa que se fundamenta en la riqueza individual y empresarial y fija su principal objetivo en aumentarla sin ningún tipo de límite. Este valor se transmite a todos y cada uno de los ciudadanos de cualquier régimen capitalista, los cuales se ven empujados a competir de una manera muy maquiavélica, es decir, dejando de lado toda ética y moral, por tal de aumentar su riqueza personal por encima de la del resto, para que así, los demás queden supeditados a su poder económico. 

Por lo que respecta al modelo comunista, tal y cómo ha sido aplicado y experimentado a lo largo del siglo XX no varía mucho del capitalista, pero su valor profundo, aquel modelo descrito por Marx, es de valores mucho más fraternales y cooperativos. No tiene nada que ver con el anarquismo. Éste ha sido un lastre, una especie de eslabón perdido entre ambos sistemas que no ha sabido aportar nada nuevo ni necesario. Así pues, el comunismo vela más por los intereses del trabajador, busca un equilibrio social entre las diferentes clases existentes, hasta el punto de estrechar los lazos tanto que tan sólo exista una única clase social y la riqueza se reparta equitativamente entre los ciudadanos de ésta, sin necesidad de que compitan por ella. Como decíamos, un modelo que se aleja mucho de el que se predicó en la Unión Soviética. 

Ahora bien; viendo que el modelo capitalista, el que hoy se vive en el mundo, sigue manteniendo su línea igual de firme, y que la alternativa comunista acabó siguiendo sus mismos pasos y falló, desde el primer momento que su sentimiento contrario al capitalismo se convirtió en una radical oposición, podemos hablar de un monosistema, un único sistema, que nos ha gobernado desde el final de las monarquías autoritarias. Y francamente no creo que tan sólo exista una solución y que recaiga en el sistema que actualmente habitamos. 


La alternativa sostenible que planteo, o al menos con más sostenibilidad que nuestro sistema actual, es la del bienestar común y la equidad. La principal justificación que encuentro es la siguiente:

El diseño de la tierra es un diseño que produce lo necesario para que todos los que la habitan vivan con un nivel de bienestar básico y necesario garantizado. Es un modelo equitativo. El estado actual de este diseño se encuentra tan alejado de sus orígenes a causa de un error principal, consistente en que unos sectores de la población no se conforman con el bienestar que les toca y acaparan el de muchos otros. Así, encontramos a personas con unos niveles de bienestar que sobrepasan con creces sus necesidades básicas y a personas sin bienestar alguno o cuyos niveles de bienestar no pueden cubrir gran parte de sus necesidades básicas.
La equidad ha desaparecido en pos de la riqueza, el lujo innecesario y la vanidad. La imagen que resulta de esta afirmación es la del mundo actual: niños explotados en un hemisferio del planeta y hombres y mujeres malgastando todos los excesos que poseen.

En este párrafo he incluido además de la explicación de el que considero un nuevo modelo de sociedad sostenible el error que lo imposibilita: la tan arraigada educación capitalista que llevamos años "mamando".
 No parece que hoy pueda producirse un cambio en el sistema. Su pongo que siempre interesa la existencia de la pobreza, los bienes de caducidad efímera, etc..Al menos garantizan que la burguesía, la clase que posee la riqueza en exceso y por tanto el bienestar de muchas otras personas, perdure. 

Pero en fin, supongo que siempre nos quedarán las guerras para solucionar las cosas de una manera rápida. Que siempre quedaremos bien dejando unos cuantos céntimos en la gorra de alguien. Que siempre tendremos lugares como Ghana en los que podamos verter todos nuestros deshechos cibernéticos. Supongo que ato dos siempre nos interesará tener algo más de lo que, por equidad, nos toca.

jueves, 31 de enero de 2013

¿Por qué es importante cambiarle el nombre a una universidad?

El título del artículo permite intuir cuál será su temática. Hace ahora una semana o semana y media, el líder del Partido Popular de Tarragona, Alejandro Fernández, presentó una moción en el ayuntamiento cuyo propósito es el de cambiar el nombre de la universidad local, la Universitat Rovira i Virgili (URV), por el de Universitat de Tarragona.

La moción presentada por los populares en el pleno del ayuntamiento recibió el apoyo de los socialistas, que gobiernan actualmente la ciudad. Convergència i Unió decidió abstenerse de participar en la votación y la única fuerza política que se mantuvo contraria a la propuesta del PP fue Iniciativa per Catalunya Verds (ICV). 

Tanto la presentación de la moción como su aprobación han generado en estos días diversas opiniones entre los sectores de alumnos y profesorado de la universidad y los vecinos de la ciudad. Mayoritariaemente los ciudadanos y estudiantes se muestran contrarios a esta nueva proposición, aunque se encuentran también opiniones favorables respecto al posible cambio de nombre. 


Desde aquí me pregunto: ¿Por qué es importante cambiarle el nombre a una universidad?
Los motivos alegados por el alcalde socialista, Josep Fèlix Ballesteros, son los de reforzar la capitalidad y el nombre de la ciudad y promover su marca. Cabe decir que son muy similares a los presentados por el Partido Popular y su líder, Alejandro Fernández.

 Analicemos la situación. Por una parte se nos explica que el objetivo principal es el de foprtalecer la fama de la ciudad. Para esto deben llevarse una serie de medidas en las que, al parecer, se incluye el cambio de nombre de la universidad local. 

Por parte del descontento general encontramos como alegaciones el coste económico que el cambio de nombre supondría y el valor histórico del personaje que da nombre a la univiersidad (recordemos que Antoni Rovira i Virgili fue una de las principales figuras del catalanismo político a principios de siglo XX).

Personalmente me situo en contra, es claro. Primero porque no creo que para promocionar la marca de una ciudad como Tarragona deba recurrirse a una medida como la que el Partido Popular plantea. La Universitat Rovira i Virgili ya supone un distintivo importante para la ciudad de Tarragona, puesto que la inmensa mayoría de universidades portan el nombre de la ciudad en la que se ubican. Además, hace relativamente un par de meses, se celebró un congreso internacional de arqueología y mundo clásico en la ciudad, llamado Tarraco Biennal. En el acto de su presentación Ballesteros afirmó que su utilidad era la de reforzar la marca de la ciudad. Aquí podemos plantearnos una comparación entre actos. Un congreso internacional sobre la ciencia arqueológica o el cambio de nombre de la universidad local. Creo que no es necesario preguntarse que medida favorece más el patrocinio de la ciudad. 

Pasemos al segundo motivo; el económico. Con el aguacero que está cayendo me parece una memez absoluta cambiar de paraguas. Primero porque en el tiempo en que cambiásemos de paraguas nos pondríamos chorreando, y segundo porque el nuevo paraguas no sería mejor y seguiría quedando gente sin poder cubrirse de la lluvia. En otras palabras, el tiempo y los medios económicos que se tendrían que gastar en cambiar los carteles, logos, señales y papeles, respecto a la universidad, no garantizarían para nada un mejor nivel de la universidad. 
Amén de la aberración que supone utilizar ese dinero en cambiar el nombre de un centro público cuando hay personas que no pueden costearse unos estudios universitarios y las becas, las ayudas y los presupuestos han ido disminuyendo en estos últimos años. 


Por último tenemos el valor histórico del nombre. Se ha especulado sobre la idea de que el PP quiere cambiar el nombre de la universidad porque Rovira i Virgili fue una de las principales figuras del catalanismo político. Esto es un rumor y ni aquí ni en ningún otro medio de comunicación puede corroborarse. Pero en caso de ser cierto, supondría un delito histórico que, como cualquier otro delito, debería juzgarse como correspondiese. 

Así pues, antes que nada las autoridades deberían consultar a la ciudadanía y someter la propuesta referéndum, puesto que Alejandro Fernández no es Tarragona ni Tarragona es Alejandro Fernández. Aunque supongo que ya se han acostumbrado a actuar por voluntad propia y sin tener en cuenta las consecuencias de su medidas. Y después, en caso de llevarse a cabo finalmente, deberían hacerse estudios e informes sobre los costes que va a representar la medida y presentarlos públicamente a la ciudad.




viernes, 25 de enero de 2013

Lo que debería ser el caso Bárcenas

Hace un par de semanas hablamos del escandalo de corrupción de Unió Democràtica de Catalunya y de su líder principal, Josep Antoni Duran i Lleida. Se especuló muchísimo sobre si éste debía dimitir o no por unas palabras que había pronunciado unos años atrás según las cuales afirmaba que si su partido se veía envuelto en algún tipo de amaño fiscal, dimitiría ipso facto. Duran no dimitió y comenzaron las críticas a su persona, encabezadas por la secretaria del Partido Popular, María Dolores de Cospedal.

Cospedal aseguró en un mítin de su partido que "habría tenido que dimitir" en el caso de haberse encontrado cuentas en Suiza, propiedad de algún dirigente de su partido. El caso Bárcenas prueba este hecho con completa claridad, tal y como podemos seguir estos días a través de la prensa. Bien, hoy se cierra la segunda semana de este caso y Cospedal sigue en su cargo.

http://www.publico.es/449062/cospedal-si-el-pp-tuviera-cuentas-en-suiza-a-que-yo-habria-tenido-que-dimitir

Es grave que Bárcenas tuviese una cuenta con 22 millones de euros en Suiza. Es un délito fiscal y debería ser penado. Más grave es aún la mentira pública, como hizo Cospedal en su discurso. La secretaria del PP puso un gran y rápido empeño en que Duran dimitiese después de salir a la luz la presunta corrpución de Unió. Se mostró muy crítica y sentenció al líder de Unió. Correcto; la corrupción es un hecho condenable tanto en el PP, como en Unió, como en cualquier otro partido o particular.

En cambio, al saberse la verdad sobre Bárcenas y sus 22 millones, además del tema de los sobresueldos en negro, Cospedal ha defendido la legitimidad de su figura y su cargo y ha rechazado dimitir. Esto, podría considerarse incluso más grave que tener 22 millones de euros en una cuenta en Suiza. Lo que ha hecho la secretaria del PP ha sido mentir públicamente e incumplir lo que dijo sin retractarse antes. Quizás deberíamos contemplar la posibilidad de incluir una ley en la Constitución que sancionase a todos aquellos actores del sistema (políticos, representantes de organizaciones, representantes de empresas etc.) que minitiesen publicamente, forzando su dimisión e imponiendo multas u otras medidas, en función del daño causado.

Además, tenemos la reciente aparición de una ley de amnistía fiscal que permite, junto con el caso Bárcenas, unos márgenes de sospecha muy amplios. En este aspecto, el responsable de dicha ley debería explicarse ante la cámara de una manera distinta a cómo lo ha hecho. El minitsro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dio unas explicaciones muy básicas ante los representantes de otras fuerzas parlamentarias y se molestó cuando le recriminaban la falta de transaparencia que presentava su nueva ley.

Quizás, además de la propuesta de ley contra la hipocresía y el engaño públicos, deberíamos disculparnos todos ante el ministro Montoro por pensar que su nueva ley es demasiado opaca y crear otra nueva ley contra las explicaciones en exceso que un minitro debe dar ante el parlamento.

En conclusión, lo que debería ser el caso Bárcenas no corresponde a esta serie de catastróficas desdichas que estamos presenciando. El caso Bárcenas debería ser la primera pieza que cae en un domino y que va tocando a las demás hasta llegar a la última y concluir la cadena. El "kid de la cuestión" es que muchas piezas de este domino se han adherido al suelo con tal fuerza que ahora resulta muy difícil, porque imposible no es nada, arrancar, proseguir y conluir la cadena.

viernes, 18 de enero de 2013

¿Tiene el dinero fecha de caducidad?

Las alternativas al modelo actual de vida que llevamos están surgiendo desde muchos campos. Hemos podido contemplar la aparición de alternativas al sisitema alimentício que tenemos, con los alimentos transgénicos; a las principales fuentes de energía que utilizamos, con las renovables; al sistema político en sí, con movimientos como el de la Primavera Árabe, que ha derruido dictaduras que llevaban en el poder décadas; a los automóviles, con los modelos de coches eléctricos que están surgiendo en el mercado; etc..

La aparición de una alternativa no debe porqué considerarse como buena. Hay tipos de alternativas que nos conducen hacia cambios muy positivos y hay otras que invierten completamente la situación hacia el error. También las hay que se proponen y quedan a merced del olvido. Recordemos, por ejemplo, que Hitler y su partido nacionalsocialista se presentaron cómo alternativa al gobierno de la República de Weimar.

De la alternativa que quiero hablar es de una muy poco común pero que ha ido ganando fuerza a partir de la agudización de la crisis y de sus consecuencias. En efecto, se han planteado alternativas al dinero. No una sola. La idea del dinero y del sistema capitalista que lo sostiene como principales impulsores de la crisis ha tomado fuerza entre el pensamiento de las personas y, aunque seguimos practicando los métodos de este sistema y participando en su manutención, se han comenzado a dar manifestaciones importantes de hechos que porían ocasionar su fin y, por consiguiente, el del dinero.

En la Edad Antigua y los inicios de la Edad Media la moneda más importante era el trueque. Los bienes se adquirían a través de un sistema de intercambio. Se podían intercambiar bienes, servicios, tiempo, etc.. Claro está que los monarcas y jefes de estado de la época no podían ni debían recurrir a esta práctica de campesinos y artesanos, y preferían amasar sus riquezas a través del típico impuesto. Pero entre los ciudadanos el trueque suponía, alguna que otra vez, una solución viable para obtener aquello que se necesitaba.Esta es solo una alternativa que podría proponerse para acabar con la desigualdad que ocasiona el dinero. De hecho, no son pocas las personas que imaginana un futuro así. Encontramos películas como El Libro de Eli, de los hermanos Hughes, que ya incluyen en sus guiones la práctica del truque como lo más cotidiano. 

Tenemos también otras alternativas. Por ejemplo el intercambio de tiempo. Tiempo de oficio claro. Esta alternativa engloba hechos como que un periodista escriba una pieza para un periódico a cambio de que el periódico le proprcione algo que necesite, por ejemplo. O que un lampista realice un trebajo para un carpintero y, posteriormente, el carpintero repare su puerta de casa. Como vemos, es una alternativa viable ya que las partes implicadas cubren sus necesidades mutuamente y no se produce ese desequilibrio entre quien puede y quien no arreglar la puerta de su casa, por ejemplo.

Una tercera alternativa que he podido observar en estos días y que me llamó mucho la atención es la de crear una moneda local. El hecho de que cada pueblo mantenga su propia moneda ayuda a potenciar el comercio local y a que los vecinos recurran más a éste, en lugar de acudir siempre a las empreseas multinacionales que controlan el mercado. Al ser una moneda de curso municipal se acumularían algunos impuestos generales sobre los locales, los comercios del municipio o ciudad incrementarían su potencial y, difícilmente los ciudadanos se quedarían sin dinero, ya que es sería un sistema de circuito cerrado. En este aspecto destaca, por ejemplo, el innovador sistema de la "Turuta" en Vilanova i la Geltrú. Este documental lo explicará mejor que yo:



Claro está que estos sistemas presentan ventajas y también inconvenientes. Quizás el inconveniente principal sería el hecho de tener que renunciar  a los lujos y eso es algo a lo que nuestra sociedad de hoy día no está dispuesta. Reclamamos a los políticos que no sean tan vanidosos pero nosotros, en nuestra escala de la pirámide, somos como ellos. En la medida de lo que podamos consumir, gastamos sin concimiento reduciendo nuestras posesiones a lo más caro, lo más bonito, lo último,  etc.. Lo más lujoso, en general. 

La Tierra dispone y produce biene y materia suficientes para que todos sus habitantes vivan de una manera equitativa y gocen de bienestar. Pero esto falla en el momento en que unos no se conforman con el bienestar y desean el lujo. Para conseguir el lujo tienen que juntar su propio bienestar con el de muchos otros y en este punto es donde encontramos a todas las personas que han sido despojadas de lo que les pertenece y viven en condiciones infrahumanas. 

Como se dijo en otro artículo en La letra pequeña, el sistema está podrida. Está corroído y nos corrompe a medida que avanzamos en él. Caerá, porque no tiene arreglo posible, pero ¿a cuantos ha de llevarse consigo?