viernes, 19 de julio de 2013

"1984" de George Orwell

Permítaseme abrir y cerrar este pequeño paréntesis de literatura en el apartado de cine. No volverá a ocurrir (aunque tampoco puedo prometerlo). Ando ensimismado con la lectura de esta novela del gran Orwell, amigo de las historias con claro espíritu crítico y cierta reflexión hacia una reforma social que mejore las condiciones de las personas, sea cual sea la época, aplicable a cualquier momento de la historia.


Cartel sobre el libro (thehuffmanpost.com)
"1984", que también tiene película por cierto, es una reflexión vasta y profundo sobre los totalitarismos, en su forma más extrema, y las libertades humana y social, por consecuencia. En un mundo donde todo está controlado por tres macro estados, los cuales funcionan con sistemas de gobierno dictatoriales, la intimidad, la propia capacidad de pensar y el mero hecho de intentar crear cualquier atisbo de opinión han sido aniquilados. O vaporizados, parafraseando al libro. Además de la abolición de la existencia de la memoria, el recuerdo la historia, elevando al gobierno a la categoría de omnipresente y omnipotente. Algo divino.

Un personaje, con el que el lector puede encontrar rápida y fácil empatía, sirve como prototipo de la impotencia que puede sentir el ciudadano de a pie respecto la magnitud y la contundencia de las decisiones y las acciones de su gobierno. A través de aquí, Orwell encamina la historia hacia toda idea o estrategia antisistema que cualquier ser, en momentos de supervivencia personal, puede llegar a sentir.

Una reflexión, en general, que puede ayudar a enfocar desde otro punto de vista nuestra actualidad, dado que muchas son las coincidencias de la sociedad del macro estado en el que vive el protagonista de la historia y la nuestra. Comenzando por el poder absoluto de los gobernantes que hacen y deshacen a su antojo, camuflándose en "lo que mejor es parra el pueblo". Es decir, una dictadura.

Fotograma del film (valverdediario.es)
Además de ello, la corrupción y las escandalosas mentiras que llegan a ver la luz presentan una similitud muy preocupante con la historia de la novela. Orwell utiliza un personaje para resaltar el sentimiento de la impotencia pero también para clamar a la revolución. Y esa revolución que esperaba Orwell es la misma que hoy esperamos y necesitamos. Por eso no podemos detener nuestro caminar en esta batalla en ningún momento. Porque muchos caeremos pero al final, el pueblo siempre será soberano.

"Nos manifestaremos como hicimos ayer. El gobierno es suyo, pero nuestro el poder. I al final, segur que tombarà." (Mezcla de letras de dos textos: L. Simpson y L. Llach)




miércoles, 17 de julio de 2013

De perdidos al río


Repasando algunos refranes en mi mente he concluido que el significado de este es el que más se aproxima a la situación en España. De hecho, no sólo resulta adecuada, sino que, utilizando otro refrán, va como anillo al dedo. Las noticias sobre los mensajes, las declaraciones y los documentos relacionados con Rajoy, al que ya pedimos la semana pasada que dimitiese y ahora tenemos más fundamentos para hacerlo, las conclusiones del juez que investiga el caso Palau, en las cuales puede comprobarse como Convergència Democràtica de Catalunya también se embolsó ilegalmente ciertas cantidades de dinero, y la posible moción de censura de un Partido Socialista que no deja de jugar al engaño, asoman tras el horizonte, amenazando el futuro de un país que pende de un hilo.

Rajoy no da señales sobre su supuesta inocencia (abc.es)

De ahí que quiera bautizar esta publicación con ese  refrán. Primero porque es como está el estado; perdido y al borde del abismo de un río, quizás el Amazonas. Segundo porque la resurrección del caso Bárcenas, que después de hacer su aparición estelar en los medios de comunicación se mantuvo tranquilo durante unos meses, ha sacado a la luz evidencias y pruebas claras que sitúan al presidente del gobierno en una de las tramas de corrupción más importantes de la historia de la democracia, no sólo de España. Y éste, en lo único en lo que basa su defensa y su continuidad en el cargo,  es en declarar que "nadie le torcerá el brazo". Si Superman tuviese el brazo del señor presidente se hubiese colado en otros cómics y hubiese machacado al héroe y los villanos juntos. Y su entrenamiento hubiese sido hacer pesas con cajas de puros repletas de billetes de 500.
Mas se "explica" en el Parlament (elconfidencial.com)

Además del estado, se suma a la fiesta Cataluña. Si antes Valencia era el ojo de la serpiente, la comunidad vecina del norte parece haber adquirido ese rol. El caso del Palau de la Música, con fecha de 2009, se ha resuelto ahora (típico retraso cultural), confirmando la sospecha de Convergència se afianzó hasta 5 millones de euros a cambio de adjudicaciones ilegales. El periodista de El Periódico, Saül Gordillo, afirma en su último artículo sobre el tema, que Mas, a diferencia de Rajoy, no juega con cajas de puros y sí comparece antes los medios. Es cierto lo que dice Gordillo, pero yo me pregunto: ¿de qué sirve eso? Mas no utiliza cajas de puros pero si palacios de música y aunque comparezca, seguro estoy que no será para anunciar su dimisión. En todo caso para desacreditar las funciones del juez del caso, Josep M. Pijuan.

La moción de cenusra del PSOE es una contrariedad (eldiario.es)
Y para acabar de perdernos del todo entre las aguas del río, el PSOE amenaza con presentar una moción de censura, cosa que debería haberse hecho hace mucho tiempo. Pero también llama mucho la atención la situación del partido que reclama explicaciones al gobierno. Un partido de oposición que no ha actuado como tal en ningún momento desde la era Rajoy, que también está involucrado en un caso de corrupción, el de los ERE de Andalucía, y que precisamente hace unos días vio como imputaban a toda una ex-ministra, y que hace unas semanas estudiaba pactar con el gobierno al que hoy quiere censurar.Hay un versículo en el evangelio de Mateo (15:14) que afirma que un ciego no puede guiar a otro ciego porqeu ambos caerán. Quizás el PSOE debería meditar en esta verdad y estudiar seriamente su aplicación.

Perdidos es poco. Estamos hundidos en el río.

viernes, 12 de julio de 2013

"Fill de Caín" de Jesús Monllaó

Interesante historia la que se plantea en la película de Monllaó. Si tuviese que encasillarla en alguna sección o tipología, la tacharía de thriller psicológico, ya que induce a pensar a medida que se van desvelando los elementos de su trama. "Fill de Caín" intenta sumergir al público en una vasta y profunda reflexión sobre la maldad.Algunos de las preguntas que considero que puede crear en el espectador son: ¿Existe el poder de la maldad? ¿Hay seres malos? ¿Soy yo, uno/a de esos seres?

Cartel de la película (filmaffinity.com)
Lo cierto es que cada espectador interpretará el concepto de maldad a su antojo. La idea sobre la maldad que se muestra en la película es extrema, incluso demasiado, puedo llegar a pensar. Es una maldad que no creo que nadie pueda esperarse de otro ser. De ahí el factor sorpresa de la película cuando se descubre "el ojo de la serpiente" hacia el final. Cuando estás viendo el film no concibes que ocurra lo que se muestra. Al menos a mí, me transmitió una idea de la maldad que si bien no es nueva, por muchas veces que ocurriese jamás sería capaz de imaginarla antes. 

Pero detengámonos en el título de la película. "Fill de Caín". Es decir, hijo del primer asesino del mundo. Uno de los padres de la maldad humana tal y cómo hoy podemos conocerla y desconocerla. Adán y Eva son los primeros pecadores, queda claro. Pero su pecado es por desobediencia, que es una de las tantas cosas que pueden componer la maldad pero no lo podemos concebir como una cosa exageradamente mala. En cambio con Caín comienza el camino que lleva a la perversión total al ser humano: la envidia, y sus consecuencias. Odio, ira, rencor, falta de misericordia, etc. La maldad más extrema que podamos experimentar jamás, y que por supuesto hoy tenemos bien servida. 

De este modo, "Fill de Caín" acaba mostrando una maldad que sobresale por encima de las otras. Que no sorprende, sino que horroriza. Ese tipo de maldad que brotó de Caín cuando asesinó a su hermano Abel por envidia.Un tipo de maldad que en mucho mayor o mucho menor grado, considero que tenemos todos.

Fotograma del film (teinteresa.es)
Quizás surja la siguiente pregunta: ¿En qué soy yo malo/a? Puede que cueste comprender la afirmación de antes pero no se trata de una comparación. Está claro que hay seres más malos y que ejercen su maldad con mucha más fuerza que otros. Y, por ende, es innecesario y no lleva a ninguna parte compararse con ellos. Pero el hecho de observar maldades como la que aparece en "Fill de Caín", no significa que podamos creer o pensar que en nosotros no hay maldad porque no hemos llegado a ese extremo. De una manera u otra, hemos llegado a otros extremos, quizás más cortos y no tan horribles como esos, pero todo ser humano con capacidad de razonar ha experimentado su maldad, la maldad que por defecto tiene. Sino, detengámonos un segundo en nuestra vida y pensemos, ¿cuándo fue la última vez que mentimos, envidiamos a otra persona o que dijimos, pensamos, vimos o escuchamos algo que realmente no debíamos?

Todos somos malos y "fills de Caín". Pero también todos tenemos la capacidad y la oportunidad de luchar para reducir nuestra maldad con el bien y vencer nuestra naturaleza humana.




miércoles, 10 de julio de 2013

Carta a Mariano Rajoy

Señor presidente del gobierno,

soy el mayor escéptico de las casualidades y el azar. No creo en la involuntariedad de los hechos que suceden en este mundo. De la misma manera, tampoco creo en la crisis que ahora atravesamos, tal como se nos dice. Y por supuesto, tampoco en su temprana recuperación, tal como algunos pregonan a los cuatro vientos. Es más considero que, en general, todo esta situación que hemos y estamos atravesando es por causa suya, y de la gran mayoría del resto de sus compañeros políticos. Pero comprenderá que la cabeza del cuerpo es la que debe hacer frente a más responsabilidades.

Rajoy debería dimitir sin más demora (libertaddigital.com)
Luis Bárcenas es un ladrón. Un simple y burdo ladrón que ha tenido la suerte de desenvolverse en la esfera política, donde ha podido acceder a grandes cantidades de dinero y provocar uno de los casos de corrupción de mayor importancia para la historia del país. Pero este vulgar ladrón, como he dicho, se ha deslizado durante unos años en una parte del territorio de la política en la que usted también se deslizó y lo sigue haciendo. No hablo del Partido Popular. Soy consciente de que su respuesta serían tres letras y una comunidad autónoma: ERE, Andalucía. Hablo del sistema del cual formó parte y sustentó, junto a seres como Bárcenas, y hoy, con un cargo diferente y mucho más potente que el que ocupaba antes, continúa haciéndolo. 

El documento original de Bárcenas presentado ayer en la Audiencia Nacional por el presidente del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, constata que ya fomentó usted la especulación, la corrupción y, en general, toda esta burbuja en la que nos tiene sumisos, unos años atrás, cuando ocupaba un ministerio junto a José María Aznar. Aunque usted se niegue a hablar de ello en público, o prometa y jure una vez más que no se ingresó ningún sobresueldo, todavía no ha demostrado su inocencia. En cambio, el ex-tesorero del partido que hoy dirige con la cabeza bien alta, ha podido demostrar algo. 

Pero usted sigue empeñado con su discurso. Un discurso que basa en tres pilares: su mayoría absoluta, la transparencia de sus cuentas y su legitimidad cómo presidente. La primera hace referencia a uno de los mayores errores históricos cometido en este país por la ignorancia y las características más visibles de una cultura que deja mucho que desear. La segunda, no existe, puesto que usted no ha demostrado su inocencia ni ha aclarado nada ante los ojos de nadie. Y, por lo tanto, la última no existe, porque para ser presidente de este, y de cualquier otro país, la transparencia, la sensatez y la honestidad deberían ser requisitos fundamentales de currículum. 

Simplemente aprovecho este último párrafo para reclamarle y exigirle que corrija su camino. Que sea sincero con su ciudadanía y dimita. A no ser que pueda probar su inocencia. ¿A qué espera entonces? Lo que también quería pedirle es que se ahorre frases como la de hoy. Declaraciones como esta lo único que hacen es poner de relieve, aún más, su falta de cualidades y su incapacidad para ocupar el cargo que ocupa. Además de que tienen el mismo efecto que una agresión verbal en la sociedad. No se engañe usted ha sido una de las piezas que han construido esta crisis que hoy se nos vende. Este sistema que beneficia únicamente a su casta de desinteresados por el beneficio público y social. Y por último, esta estructura cuyas bases son casi cinco millones de parados, una deuda externa que roza los mil millones de euros, el riesgo de la privatización de la sanidad y la educación, los miles y miles de jóvenes que tienen que explotar sus recursos en otros países, etc. 

Siéntase culpable, señor presidente. Lo es.

viernes, 5 de julio de 2013

"Forrest Gump" de Robert Zemeckis

Cada ser humano nace con sus recursos. Incluso en la familia más necesitada del planeta, sus miembros nacen con recursos. Por supuesto, por recursos no me refiero a los bienes o a aquello material de lo que se dispone. Considero que los recursos más necesarios e imprescindibles son aquellos que no se ven ni se toquen. Y éstos dependen de la manera en que cada persona los explote. 

Cartel de la película (filmaffinity.com)
Forrest Gump es uno de los mejores ejemplos que he encontrado entorno a esta idea. En la película de Zemeckis, la idea de un muchacho relativamente incapacitado para según que cosas se presenta como marco de fondo. Pero a lo largo del film, esta base va evolucionando hacia el vencimiento de esas supuestas incapacidades, en pos de un rendimiento superior, y que al principio parecía inalcanzable, de los recursos del protagonista. Esos recursos que ni se ven ni se tocan.

Forrest Gump hace pensar y meditar en muchas cosas. Muchas ideas. Incluso muchos eslógans típicos que circulan por el planeta de mensaje en mensaje y de cartel en cartel. El "si quieres puedes", por ejemplo. O también el "todo depende de ti". No les falta su parte de razón a estas frases, la verdad. Yo discrepo de ellas en algunos matices, pero estos se encuentran fuera de Forrest Gump. Ese chico al que todos veríamos por la calle y lo subestimaríamos al cruzarnos con él o, sencillamente, al escucharle hablar sus primeras palabras. Que pensaríamos que no puede enseñarnos nada. Pero ese chico que es el mismo que acaba montando una empresa millonario, que acaba invirtiendo en la que resultará ser una de las empresas más importantes del mundo, que acaba diseñando un famoso logo que reportará muchos beneficios, y que acaba corriendo sin destino ni parada.

Fotograma del film (rollogrady.com)
Zemeckis crea un personaje en el que de una manera u otra podemos vernos reflejados. Con nuestras capacidades e incapacidades. Nuestros recursos no son cuanto dinero podamos gastarnos en un reloj, una casa o un coche. Ni el lugar en el que trabajemos. Tampoco hacen referencia a lo bien que practiquemos un deporte o toquemos un instrumento. Si en eso se resumiese todo, seríamos mucho más superficiales de lo que ya somos hoy en día, que no es poco, y estaríamos condenando a millones y millones de personas que no gozan de ninguno de estos recursos.

Los verdaeros recursos no se compran ni se aprenden. Se explotan. La persona que los posee es la lanzadera para que estos puedan emerger hacia el exterior y estallar en su uso más práctico. Y con ello se logra todo aquello que estaba oculto y que se desconocía. Todas aquellas capacidades a las que, de una manera u otra, se temían y se las disfrazaba con el traje de "incapacidades". Bajo mi opinión, no todas las claves de superación nos competen, pero sí que una parte importante de nuestro crecimiento, de la explosión de nuestros recursos, es cosa de cada uno de nosotros. Quizás, paraarnos cuenta, debamos echar a correr sin destino ni parada, como Forrest Gump, el incapacitado capaz.





miércoles, 3 de julio de 2013

Perder los papeles

Debería crearse un nuevo dicho respecto a los papeles. En lugar de perderlos, podría decirse "destruirlos". Puede sonar algo más radical, pero al fin y al cabo un gobierno lo ha hecho. En efecto, el Partido Popular, acogiéndose al amparo de la Ley de Protección de datos, destruyó los registros de visitas a la sede de la calle Génova que el juez Pablo Ruz había pedido al partido, para contrastar informaciones en el caso Bárcenas. Resulta muy inverosímil hablar de protección de datos cuando realmente se están destruyendo. 
La destrucción de los registros de visitas clama a la indignación (huffingtonpost.com)

Este hecho se suma al incansable discurso opaco y claramente provocador que el partido ha mantenido desde su llegada al poder y su aplicación de las medidas de austeridad que ahora sufre la ciudadanía. Más que un mecanismo de defensa, como se ha querido justificar, resulta una ofensiva incombustible que todos los días nos deja alguna maravillosa perla como la de la destrucción de los libros de visitas.

La esfera de cinismo en la que el Gobierno se ha envuelto y ha envuelto al país, deja a España en una situación decadente ante la órbita internacional. Y más en una época como la que estamos viviendo, en la que las revueltas se suceden, una tras otra, en diferentes países del mundo. Incluso en países que cuentan con un nivel de desarrollo menor al de España. Nuestro gobierno hace tiempo que llenó y colmó el vaso de gotas, y aquí no hay ningún movimiento organizado que haga salir a la gente a la calle a protestar contra esta falta de respeto y de compromiso social. La cultura ibérica hace hincapié en otro tipo de cosas.

¿Dónde queda el 15-M? ¿Y las manifestaciones que se han ido haciendo a lo largo de este primer año y medio de recortes? Mientras contemplamos cómo cada día se debate por simples pequeñeces, vemos desde la barrera de la impotencia como este sistema que han creado se va engullendo, uno tras otro, los derechos de la ciudadanía. Y la sociedad debe contemplar quieta como "no se puede hacer nada", más allá de la labor, la gran labor que hacen, algunas pequeñas organizaciones como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). 

El Gobierno está actuando de una manera autoritaria (burbuja.info)
Hemos dejado escapar los papeles, ante un ladrón que los ha destruido sin ninguna contemplación. Nos hemos embriagado por miedo. Miedo al poder económico que es el que domina, sobretodo en épocas de crisis. Miedo a medidas y consecuencias que afecten nuestro, cada vez más, pequeño y reducido patrimonio. Pero lo cierto es que hace tiempo que dejamos de tener patrimonio alguno. Esto sucedió cuando permitimos al gobierno hurgar a su antojo en nuestro cajón de derechos y recortarlo hasta tocar la madera. 

En realidad somos una de las sociedades más pobres que han existido, dado que por tal de defender un pequeño patrimonio con el que apenas vivimos, permitimos que nos arrebaten nuestros derechos y libertades más básicas. Hemos dejado que destruyan nuestros papeles

viernes, 28 de junio de 2013

"La vida es bella", de Roberto Benigni

Según la Real Academia Española, la felicidad es "un estado de ánimo que se complace en la posesión de un bien". Aunque, francamente, discrepo mucho de esta definición. Fundamentalmente en tres puntos: el primero es que la felicidad no es un estado de ánimo ni una emoción, sino que es un virtud que no todo el mundo tiene o es capaz de tener. Considero que podría llegar a verse, incluso, como un modo de vida. En segundo lugar, la verdadera felicidad no se encasilla tras los límites de lo material. De aquí que no se la pueda considerar como un estado de ánimo o una emoción efímera, y que tampoco dependa de las posesiones materiales que se tienen. La verdadera felicidad es feliz en todo momento, en toda circunstancia. Y por último, como ya se ha comentado, la felicidad es una virtud. Un estilo de vida, capaz de vivir de la misma  manera independientemente de las posesiones materiales de las que se disponen o de los altibajos anímicos y emocionales. Por eso remarco, es algo que no todo el mundo tiene o puede tener.
Cartel de la película, 1997 (filmaffinity.com)
En La vida es bella, Roberto Benigni nos muestra esta clase de felicidad tan erudita. No es necesario reexplicar la historia de una película que muchos hemos visto, y si no es así, considero que se debería detener la lectura de este artículo y ver el film antes de continuar. 

El director italiano plasma la felicidad a partir de otros elementos como el amor, hacia su mujer y su hijo. También la comedia, que resulta muy bien seleccionada a lo largo de las diversas partes de la película. Y cómo no, el agradecimiento constante que viaja paralelamente a esa felicidad inagotable. Benigni y su familia, viven sin ningún tipo de lujos, con lo estrictamente necesario. Y son felices. Viven un contexto sociopolítico caracterizado por un enorme odio general que supera a las personas a su paso. Y son felices. Son despojados de lo poco que les queda y arrastrados, lejos de su hogar, a una muerte prácticamente segura. Y son felices.

Fotograma de la película (cazadoresdepeliculas.es)
La clase de felicidad que se ejemplifica en La vida es bella es la auténtica. La verdadera. El resto de tipos de felicidad que pueden experimentarse son efímeras dosis que acaban abandonando a la persona en un estado de tristeza o pena. Pero Benigni muestra claramente esa gran felicidad, la cual no quiere decir que no permita espacios para la tristeza y el dolor. Por el contrario, los reserva a cal y canto, pero siempre sabe tratarlos y encerrarlos después, y continuar hacia delante, alegrándose y alegrando. 

Benigni parece preguntar ¿acaso no es bella la vida que tenemos, como para vivirla con esa felicidad lejana a lo material y lo puramente emocional?