miércoles, 29 de agosto de 2012

José Bretón

En estos días este es uno de los nombres más pronunciados por las bocas de un pueblo que comienza a desesperar ante la posibilidad de un hecho tan macabro y sádico como es el asesinato de los dos niños extraviados, Ruth y José, presuntamente a manos de su padre, el título de este artículo.

Pese a que parecen haberse encontrado las pruebas que verifican que realmente José asesinó y quemó a sus hijos en la finca de “Las Quemadillas”, éste no muestra ni el más mínimo síntoma de confesar el hecho. Mientras tanto la multitud se concentra a los alrededores de la finca, visible en el numeroso montón de pintadas que hay en las paredes de ésta que reflejan los sentimientos del gentío hacia tal persona. La familia materna, como es de suponer, está destrozada.

En la última actualización de La letra pequeña traté el tema de la injusticia y la necesidad de una efervescente lucha contra ésta. José Bretón, si realmente es el asesino, cosa que todo pronóstico parece indicar,  está siendo la persona más injusta de la actualidad. Y especialmente desde aquí, desde este blog, quería hacer pública la petición de que confiese todo cuanto sepa sobre estos hechos. Es decir, la verdad. Tan sólo exigimos la verdad.

De la misma forma que no le pertenecían las vidas de sus hijos, así tampoco le pertenece todo el protagonismo vano y falso que está tomando en estos días. Y mucho menos le pertenece el deber de guardarse para sus adentros la verdad sobre un hecho que, además, implica algo tan doloroso como la muerte de sus propios hijos.

Y esto lo escribo desde el punto de vista más parcial y plural posible, lejos del error de acusar a alguien, en este caso a José Bretón, de algo que todavía cabe la posibilidad que no haya realizado. Pero eso no quita que no pueda situarme en el punto de vista tan marcado que dejan las pruebas y evidencias sobre su culpabilidad.

Y sé, y todos deberíamos saber, que el abanico de posibilidades sobre “la verdad” en hechos como este no se cierra hasta que realmente se puede demostrar al 100% la culpabilidad o implicación de algo.

Pero sepa el señor Bretón que toda margarita se va deshojando y que cuando ya no quedan pétalos en ella es mucho más sencillo y evidente ver la realidad que conforma su simple estructura y llegar hasta sus raíces ancladas en la tierra. De esta misma forma se va deshojando la margarita de Bretón y su silencio se va convirtiendo en su peor verdugo ya que, una vez despojado de todos sus “pétalos” el asunto, será mucho más fácil llegar a la raíz, tal y como estamos viendo estos días con las nuevas pruebas y evidencias encontradas.

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