
En la última actualización de La letra pequeña traté el tema de la
injusticia y la necesidad de una efervescente lucha contra ésta. José Bretón,
si realmente es el asesino, cosa que todo pronóstico parece indicar, está siendo la persona más injusta de la
actualidad. Y especialmente desde aquí, desde este blog, quería hacer pública
la petición de que confiese todo cuanto sepa sobre estos hechos. Es decir, la
verdad. Tan sólo exigimos la verdad.
De la misma forma que no le
pertenecían las vidas de sus hijos, así tampoco le pertenece todo el
protagonismo vano y falso que está tomando en estos días. Y mucho menos le
pertenece el deber de guardarse para sus adentros la verdad sobre un hecho que,
además, implica algo tan doloroso como la muerte de sus propios hijos.

Y sé, y todos deberíamos saber, que
el abanico de posibilidades sobre “la verdad” en hechos como este no se cierra
hasta que realmente se puede demostrar al 100% la culpabilidad o implicación de
algo.
Pero sepa el señor Bretón que toda
margarita se va deshojando y que cuando ya no quedan pétalos en ella es mucho
más sencillo y evidente ver la realidad que conforma su simple estructura y
llegar hasta sus raíces ancladas en la tierra. De esta misma forma se va
deshojando la margarita de Bretón y su silencio se va convirtiendo en su peor
verdugo ya que, una vez despojado de todos sus “pétalos” el asunto, será mucho
más fácil llegar a la raíz, tal y como estamos viendo estos días con las nuevas
pruebas y evidencias encontradas.
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