jueves, 27 de septiembre de 2012

Carta a Mariano Rajoy (1)

Señor presidente del gobierno,
Antes de exponerle el contenido que esta presente trata de transmitir quiero dejar claro que le escribo desde la más absoluta i certera neutralidad. No dejaré a su aprecio mi sensibilidad política en esta carta ni, de hecho, quiero iniciar ningún debate ni discusión relacionada con su política o la política del partido que actualmente usted lidera.

Evito, por tanto, cualquier comentario que aluda a sus medidas presupuestarios presentadas, aceptadas y puestas en vigor en lo que usted lleva de mandato. Aún así, creo que será usted capaz de averiguar mi opinión hacia muchos, por no decir todas francamente, de estos “refortes” (si tiene alguna duda sobre este término de invención propia estaré encantado en explicársela).

Pero como iba diciendo quiero concentrar su atención y mi inspiración, por decirlo de alguna manera, en un hecho concreto. En la última reunión de la ONU del pasado martes día 25, en la que usted tuvo el privilegio de participar y representar al país, centró usted su discurso en dos puntos clave. Me gustaría poder recordárselos. Primero que todo se esforzó y trató de vender la marca “España” ante el resto de representantes del mundo, cosa que aplaudo puesto que es necesaria una gran promoción, y no cualquiera, para salir del desastre que estamos viviendo. No entraré a valorar  si la promoción que realizó fue la correcto o no. Quiero centrarme en el segundo punto clave: el “problema” de Gibraltar.

Aseguró usted antes el resto de representantes de las naciones mundiales que esperaba con celo la reactivación de las conversaciones con el Reino Unido por el territorio de Gibraltar. Cuando vi estas palabras salir de su boca el asombro que había en mi interior no podía retenerse por ninguna parte. No sabía por donde coger lo que usted acababa de decir.

Señor Rajoy, afirmó ante la ONU, en el mismo instante en que el pueblo rodeaba el Congreso reclamándole un cambio y estallaba una batalla campal entre policías y manifestantes/manifestantes y policías, en el mismo momento en que el parlamento catalán se reafirmaba en su propuesta de independencia y aseguraba una antelación de las elecciones de aquí a dos meses, en esos mismos instantes, que se concentraba ahora en reanudar los diálogos con los ingleses por Gibraltar. ¿Por Gibraltar? Señor Rajoy, esta jugada sobrepasa la línea a la que estaba acostumbrado a llegar.

Es una estrategia muy astuta por su parte, desviar la atención de los medios y de la opinión pública de todas las carencias sociales que estamos padeciendo, cosa que todavía hoy no ha conseguido solucionar, a un espíritu sobresaltado y reanimado de nacionalismo y patriotismo que reclame un ¡Gibraltar español! Pero no crea usted que ha conseguido esquivar todas las miradas. Usted sabe más que el pueblo que Gibraltar no solucionará nuestros males, y de la noche a la mañana ¿pasa usted a centrar la problemática de la crisis en este pequeño enclave británico, mostrando una importancia hacia el hecho en sí que nunca jamás se ha visto dado que nunca jamás ha sido requerida?

Señor Rajoy, está bien que usted quiera ver algo de color verde. Para eso es usted el presidente de España,  además escogido con mayoría absoluta. Pero le pido que no quiera hacer ver de color verde eso que usted ve de verde a un pueblo que le está diciendo a voces que es gris. Las ideas que se imponen o tratan de imponerse son, precisamente, las que nunca fructificarán de una manera sana, porque acaban fatigando al pueblo que las soporta en sus espaldas y ve, mientras tanto, que sus promulgadores son los que menos fe tienen en ellas.

Sigo deseándole toda la sabiduría del mundo para que pueda usted actuar de una manera correcta para todos. Pero no se olvide, todos.

La letra pequeña,
Septiembre  2012
Tarragona

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