jueves, 4 de abril de 2013

El frente que nunca se cerró

La tensión en la península de Corea ha llegado a su punto más algido desde la guerra de 1950. En aquella ocasión, fruto de la Guerra Fría y las tensiones internacionales entre comunistas y capitalistas, Corea del Norte dirigida por Kim Il-sung, abuelo del actual líder de la nación, Kim Jong-un, invadió el país vecino por tal de reunificar todo el territorio peninsular, dividio desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El final de la guerra concluyo con unas "tablas militares", un empate, y la firma de un tratado de paz que dividía definitivamente la península en dos.
Jong-un junto a sus generales/abc.es

Desde la semana pasada puede revivirse esa tensión de nuevo. Si bien, Corea del Norte firmó aquel tratado de paz, que ahora debe estar más que obsoleto, sus intenciones siempre han sido las de reunificar el territorio peninsular bajo una única bandera y un único régimen. La situación actual es fruto de ello. El norte comunista no puede ver cómo sus vecinos del sur coquetean con Estados Unidos y occidente siempre debe pagar sus pecados. El estado de Guerra está declarado y las miras de los proyectiles apuntan de nuevo.

Kim Jong-un está dispuesto a atacar. El joven dictador ha tomado el relevo de su padre con fuerza, al más puro estilo de su abuelo. Y es que la corea comunista ha destinado en los últimos años el 40% de su presupuesto nacional al ejercito y a fines militares. De ahí que sea uno de los países más pobres del planeta. Cuenta con un ejército popular que supera el millón de efectivos y con un amplio abanico de armamento nuclear y atómico, lo cual se convierte en el punto mayor de su amenaza

Los objetivos del ataque, en caso de que se llevase a cabo, serían la capital surcoreana, Seúl, y las colonias americanas de Guam y Hawai. Corea del Sur ha afirmado que no se va a quedar con los brazos cruzados. Cuenta con más de 600.000 soldados mejor preparados que sus vecinos comunistas y con el apoyo directo de Estados Unidos y occidente. Es una calcamonía de lo que sucedió en plena Guerra Fría. 

desfile de tropas en Pionyang/rtve.es
Hay muchas especulaciones en cuanto a esta nueva amenaza. Por una parte se cree que el ataque de Corea del Norte es inminente y que no hay marcha atrás. El miedo a una nueva guerra mundial, y sbretodo a una guerra nuclear se palpa en la comunidad internacional. Pero eso no es todo. También está la opinión de que esto no es más que un farol de Kim Jong-un, quien debe dotar a su persona y a su régimen de reconocimiento internacional. Es decir, una burda llamada de atención por parte del joven dictador. Pero además, existe la posición de que China no permitiría ni disparar una sola bala al régimen estalinista coreano, que está completamente atado a las decisiones de Pekín, ya que, pese a ser completament comunista, el gigante asiático es la potencia económica mundial y no está dispuesta a perder esta posición por una rabieta de su vecino.

Sea como sea, estos hechos pueden llevar a la reflexión de que el mundo está en manos de intereses propios y no del bienestar común de todos sus ciudadanos. Hoy podemos disfrutar de una harmonía perfecta pero si mañana a un loco se le despierta su locura, todos podemos ser víctimas de ello.


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