miércoles, 22 de agosto de 2012

Retorno a una época inquisidora

Nigeria está siendo testigo de un largo y duro proceso inquisitivo contra la población cristiana. La organización paramilitar de carácter religioso, Boko Haram, cuyas bases están ceñidas al fundamentalismo islámico, no acepta cualquier trazo de cristianismo en el país y fija sus objetivos en abolir dicha religión y su práctica libre. 
Este grupo se formó en el año 2002 con el objetivo de establecer en los 36 estados que conforman el territorio nigeriano el cuerpo del derecho islámico o Shari’a. El grupo terrorista está liderado por la férrea mano de Abubakar Shekau, quién se ha atrevido a amenazar al presidente del país, de confesión católica, Goodluck Jonathan. Las amenazas, como todos podemos imaginar consisten en una rendición total del país al islamismo. Dicho en palabras de Shekau: “Ríndete al islamismo o prepárate para las consecuencias”.
El grupo terrorista sigue sembrando el terror en las calles de los estados del sur, de mayoría cristiana, e incluso del norte, pese a ser de mayoría musulmana, a través de atentados en iglesias cristianas o centros públicos cristianos como universidades.
Sin duda alguna, el presidente, Goodluck Jonathan, no se ha rendido a las amenazas de la organización islamista, pese a haber llegado a atacar ésta la residencia del vicepresidente de la nación, Namadi Sambo.
La situación está recibiendo muchas críticas desde el exterior del país, en especial e cristianos, pero todos los medios de comunicación parecen volcarse, también, con los más de 1.400 muertos que  Boko Haram ha dejado en las zonas norte y centro del país desde 2010. También se ha hablado de que la secretaria de estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton se reunirá con Jonathan para tratar el tema de esta violencia extrema.
En cualquier caso, estamos ante una situación que requiere la voz mundial. Todos, o casi todos, observamos con tristeza la situación que ese país tiene que soportar y nos compadecemos y dolemos al ver imágenes de inocentes muertos. Pero nuestro papel no acaba aquí. Debemos presionar, como voz del pueblo que somos, a los gobiernos y las organizaciones como la ONU para que erradiquen situaciones como esta. Nuestro lobby comienza protestando públicamente, y no cada uno desde nuestra casa y nuestro monitor del ordenador, contra esta falta de libertad y completa persecución que están sufriendo tantos millones de personas. El papel y la tinta están muy bien, y son más que necesarios, pero hemos llegado al punto en el que necesitamos acción. Y por acción no me refiero ni me referiré nunca  a una guerra. El día que me refiera a la necesidad de guerra que se me vede de la escritura y la actividad pública, por favor. Me refiere a un alzamiento público y pacifista para que estos hechos cesen de una vez por todas.
Los gobiernos están “atareados”  y “ocupados” con la situación de crisis y las posibles soluciones. Pero la fuerza reside en el pueblo. Si nos dejásemos oír, mañana mismo acabaría Boko Haram y su siembra inquisidora.
El problema está en que nuestra situación nos permite gozar de libertad y tranquilidad, relativamente claro, y desde nuestros asientos podemos contemplarlo todo, compadecernos, llorar, dolernos, etc. Pero las comodidades de nuestra sociedad nos van atando y no nos permiten renunciar a cualquiera de nuestros beneficios por ayudar a otros en situaciones más hostiles. Creemos que podemos luchar desde nuestras casa y bien podemos hacerlo, pero no podemos centrar toda nuestra queja y reclamo desde nuestras casas porque así, lo único que hacemos es desaparecer el valioso papel que juega en el mundo, por muy difícil que resulte creerlo, la voz de un pueblo unido, por encima de cualquier frontera.


¡Podemos contra Boko Haram y podremos por la libertad global!

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