sábado, 31 de octubre de 2015

Cuatro ensayos cortos para otoño


Si la situación política de un territorio actúa, por lo general, como reflejo de la situación social de dicho emplazamiento, cabe pensar que la campaña para las próximas elecciones del 20 de Diciembre será un chabacano despropósito. Chabacano, en el sentido de que tanto los políticos como la población, de nuevo en general, han malinterpretado las nuevas herramientas tecnológicas de difusión y publicación de contenidos, y las han convertido en sencillos tablones digitales en los que aparecer bailando, mostrando un nuevo look, o bien debatiendo en tertulias en las que no se defienden programas políticos sino personalidades y alter egos. Y despropósito, en tanto que, en un contexto de crisis socioeconómica (desde 2007, el 10% de los hogares más pobres en España han perdido el 13% de su salario frente al 1,5% de pérdida del 10% de los más ricos), la política no está reflejando esta necesidad de equidad en sus acciones, sino que más bien la está propiciando. Por lo tanto nos encontramos con esta doble moral: por un lado, la escena política del estado se ha acercado a la ciudadanía en su razón de ser más vulgar y desprestigiada, conquistando votos a ritmo de El hormiguero o Don't stop me now. Por el otro, se ha situado más lejos que nunca de las carencias de las personas, impasible al sufrimiento, ya no ajeno sino propio, entiendo que una sociedad es la razón de ser de su propia clase política. 
*    *    *

¿Es la soledad un estado anímico, emotivo o sentimintal, o se trata más bien de una situación? Está claro que la soledad puede alcanzar al ser humano tanto eventualmente como de manera crónica. Hay ocasiones en que se manifiesta con disiumlo y misterior, en tanto que podemos estar más rodeados que nunca de personas pero, en cambio, sentirnos aislados. Y no es únicamente por causa de la personalidad del individuo que ha de padecer (o gozar, eso ya es en función de las necesidades personales) dicho sentimiento o situación. Sin lugar a duda que este eleento tiene un valor determinante, pero comparte peso en la balanza con el contexto que está recibiendo tal persona. El factor externo siempre puede generar tanto atracción como el hecho de despertar la conciencia de que aquel espacio o ambiente no responde a la idea de compañía que aquel ser ha construído o imaginado previamente. Esta acepción provoca una dualidad en la idea de la soledad, convirtiéndola a veces en consecuencia del destino (por ejemplo, una pérdida), lo que puede responder tanto a un estado anímico como a una situación; y en otras, comprendiendo el concepto como una decisión propio o una imposición externa (po ejemplo, me encuentro en un entorno con el que no me identifico y decido apartarme), lo que pienso que atiende más a la asunción de una situación como consecuencia del propio carácter personal. 

Ensayos caen como hojas en otoño (Dani Vázquez,flickr CC)
*    *    *

Esta semana recibí un planteamiento interesante. La persona con la que charlaba me comentó que le parecía fácil afrontar la muerte desde la perspectiva de una creencia en que después de ésta hay algo más y no sólo eso, sino que lo que viene después es mucho mejor que la vivencia presente. Ante tal afirmación se me ha despertado esta pregunta: ¿Sentimos los creyentes facilidad ante la muerte? La persona que ha entendido el evangelio y ha conocido a Dios posee, indudablemente, la esperanza de que existe un después a su situación actual, y que ese después se corresponde a la plenitud de todos aquellos factores que aquí, en la Tierra, escasean y permanecen incompletos, como por ejemplo el amor interpersonal, el valor de la equidad o la justicia. Partiendo de esta base, no pienso que los creyentes, en general, enfoquen la muerte desde una posición cómoda. Al menos aquellos que realmente han comprendido el mensaje del evangelio. Cabe recordar que en la oración que Jesús enseña a sus discípulos se pide a Dios que se haga su voluntad tanto en el Cielo como en la Tierra. Lo cual ya permite observar el carácter incansable de esta fe, por tal de aproximar tanto cómo sea posible el valor de la Tierra al del Cielo. Y esto no es tarea sencilla. Al contrario, estoy convencido de que todos los que hemos enterrado nuestras manos en dicha labranza nos hemos encontrado con un peso que nadie más, aparte de Jesús, ha cargado. Y ya no sólo por nuestra propia salvación, sino cediendo muchos pensamientos a todas aquellas personas con las que hemos interactuado aquí. Por lo cual la muerte no es nada fácil para aquellos que se han comprometido a dedicar su vida para acercar su entorno más próximo (y el mundo, puesto que el mundo se compone de entornos) a la esperanza de plenitud posterior que les otorga su fe. En realidad, acostumbra a alcanzar por sorpresa, de forma inesperada, porque entendemos que siempre queda trabajo por hacer aquí, en el mundo. 

*    *    *

El valor de la solidaridad se encuentra seriamente menoscabado porque, una vez, hemos malinterpretado el desarrollo. El avance de la tecnología masiva de difusión ha sido tomado como herramienta para alimento de los egos personales. Para publicar una fotografía, firmar un artículo, o promocionar el último vídeo en el que hemos participado o aparecido. No deja de sorprender el desconocimiento o la permisión con la que nos hemos arraigado a estas actitudes, de máscaras y enmascarados. Y aunque es evidente que la determinación de esta conducta resta a juicio de cada uno, no es difícil observar cómo el amor, la desesperación, una simple excursión por el monte o el dolor han pasado de ser elementos a destacar a converstirse en escenarios para promocionar la personalidad y sus últimos detalles. La solidaridad también ha asumido este modelo, que previamente despreciamos en los personajes de fama, y ha pérdido parte de su significado esencial de intimidad. Pienso que, precisamente, uno de los elementos que dotan de valor y de distinción a la solidaridad es la intimidad. Es el ámbito de protección necesaria para que el envanecimiento, a la vista de un público siempre oportunista, no deforme el auténtico significado de la solidaridad ni tampoco acabe convirtiéndola en una plataforma para purgarnos y justificarnos en comparecencia ante las gentes.

sábado, 17 de octubre de 2015

Cañizares y el evangelio

Las últimas declaraciones públicas del cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, referentes al proceso constituyente de Cataluña y a la llegada a nuestro territorio de personas con necesidad de refugio, ponen de manifiesto la supervivencia del nacionalcatolicismo más recalcitrante y radical. En este sentido, creo más que conveniente la pregunta de si Cañizares ha entendido realmente el evangelio, y existen argumentos de suficiente peso, especialmente bíblicos, para afirmar que no.
Cartel de la vigilia convocada por Cañizares (elpais.com)

El pasado viernes 25 de septiembre, el arzobispo de Valencia convocava una vigilia de oración "por España y su unidad", que finalmente se llevó a cabo en la Catedral de la misma capital del Turia con centenares de asistentes. Durante la ceremonia Cañizares se atrevió a afirmar lo siguinte: "Dios quiere la unidad". Tanto la convocatoria de la vigilia, con un objetivo político claramente marcado, como las declaraciones promulgadas a lo largo del acto, subrayando específicas connotaciones en cuanto a un posicionamiento ideológico, impactan de frente con el texto que se encuentra en la epístola de Santiago, precisamente sobre la oración:



Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
 Santiago 4:3

"¿Esta invasión de emigrantes y de refugiados, es trigo limpio?", se preguntaba el mismo Cañizares este miércoles en uno de los desayunos informativos que organiza el Fórum Europa. Poco después aseguraba que los movimientos de personas llegadas a Europa en los últimos meses son "un caballo de Troya dentro de nuestras sociedades". Si las aseveraciones en cuanto a la unidad del Estado y el uso político de las plegarias suponen una grave contradicción con lo que aconseja el texto bíblico, la acusación a las personas refugiadas que llegan de países en conflicto atentan directamente contra la palabra de la Biblia, posicionándose en el extremo contrario. Tomaré un par de los muchos textos en los que baso esta hipótesis:

Porque no hay acepción de personas para con Dios.
 Romanos 2:11

Aunque las referencias más sonadas en cuanto a la protección de los 'extranjeros' provienen del Antiguo Testamento. Precisamente, poco después que Israel abandonase Egipto y se estableciese en Canaán.

Al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
 Éxodo 22:21

 Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.
 Deuteronomio 10:19

Entiéndase en lenguaje metafórico de cada pasaje y cómo es aplicable también a nuestro contexto. El propio Cañizares, siendo utielano de nacimiento, también ha sido emigrante por causa de su oficio, cuando asumió los arzobispados de Granada, de Ávila o de Toledo. Por lo tanto sus declaraciones en cuanto a los refugiados y migrantes llegados a Europa en los últimos meses muestran su escasa y selectiva memoria, tanto para con su propia vida como para el texto bíblico que debe haber estudiado. 

El cardenal y arzobispo de Valencia, A.Cañizares (laicismo.org)
Este artículo no trata de aportar fundamentos teológicos, dada la falta de estudios al respecto de su propio autor. Lo que sí que intenta es rebatir los argumentos simplistas, el uso literal y por conveniencia de la Biblia, y la apropiación del acto religioso para el convencimiento político propio del nacioinalcatolicismo, que continúa muy arraigado en el Estado español y sigue manifestándose tan recalcitrante como en los tiempos del dictador. En este punto, es necesario destacar la palabra de Jesús en cuanto a cómo distinguir a

sus auténticos seguidores de los que tan sólo fingían para su beneficio propio. Y, a mi parecer, resulta una evidente alusión a las actitudes del Cardenal Cañizares y a su particular interpretación del evangelio.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas pero que por dentro son lobos rapaces [...] No puede el árbol bueno  dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos [...] Así que, por sus frutos los conoceréis.
 Mateo 7: 15, 18 y 20

jueves, 3 de septiembre de 2015

Refugiados en Europa, o la paradoja de la equidad

Europa no sabe lo que significa equidad. La administración del viejo continente ha suplantado la identidad de un concepto bello, que habla de justicia en su esencia, por un cruel practicismo de carácter puramente económico y con ciertos brotes patriarcales. En un contexto de gobierno de la derecha conservadora, la gestión de los flujos de personas que llegan al mapa europeo con la necesidad de obtener refugio de las crisis que padecen sus países, no solamente es ineficaz sino que atenta directa y flagrantemente contra los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Viñeta de 'El Roto' (viralizzer.com)
Así pues, la equidad no es simplemente repartir a cantidades iguales entre dos o más partes. Este es el modelo que representan la cuotas de repartición de refugiados que ha impulsado la Unión Europea entre algunos de sus estados miembros. Un planteamiento que se ha hecho sobre la base de unos números inexactos y sin tener en cuenta las necesidades reales de las personas que siguen llegando al continente. Pero además es una respuesta completamente inmoral, puesto que la UE se ha dotado a sí misma de la capacidad de distribuir y decidir sobre colectivos humanos según le convenga, le plazca o dictamine, mostrando así una actitud ciertamente autoritaria y de superioridad al creerse propietaria temporal del destino más cercano de todas esas personas. 

Las cuotas han fracasado. Estaban destinadas a fracasar. No son sino uno de los placebos con lo que suele actuar Europa ante la tragedia prójima. Pero más allá del fracaso, también son crimen, mafia, especulación, riqueza para unos, camiones sin oxígeno cruzando Austria para otros. Lejos de plantear una solución digna y humana para las personas refugiadas, han venido a ser un genocidio directo e indirecto, con unas responsabilidades políticas evidentes que deberían ser juzgadas en La Haya. 

La fobia a los movimientos migratorios ha alcanzado su punto álgido. El error de base es la criminalización que ya casi por tradición se viene realizando de la inmigración. La agenda económica y política en Europa de los últimos años se ha concentrado alrededor de una propaganda alarmista sobre la llegada de inmigrantes y los discursos han proliferado al mismo tiempo que siguen radicalizándose. A partir de aquí, se ha entendido el movimiento de refugiados como un nuevo movimiento migratorio, ante el cual las autoridades europeas siguen manteniendo esos cócteles de políticas restrictivas mezcladas con una violencia institucional extrema que convierte al continente en una prolongación de la Guerra siria o de las persecuciones del Estado Islámico. 

No sólo es falta de capacidad de gestión de una nueva crisis humanitaria, sino el hecho de implementar medidas que sigan teniendo por resultados la muerte de cientos y miles de personas. Ante una carencia tan evidente del sentido de la realidad, y una disposiciones de carácter criminal, cabe preguntarse si la administración pública continental debería ser juzgada por crímenes de lesa humanidad.

jueves, 16 de julio de 2015

El no escribirse a uno mismo y otras necesidades relacionadas

El desenfreno por encontrar una posibilidad, cualquiera que sea, de publicar el 'ego' de uno mismo en los mass media está fuera de control. Y digo cualquiera que sea porque la publicación, mayoritariamente, hoy ya no se entiende como un vehículo crítico de calidad y de rigor informativo. Hemos abandonado la capacidad de filtrar lo valioso para dar paso a lo simple, chabacano, fácil y más instintivo. 

Fotografía de la noticia que 'El Periódico' dedica al nuevo programa de Sarda (elperiodico.com)
Y para todo los que nos creíamos 'libres de pecado', resulta que verdaderamente nadie puede lanzar la primera piedra. Los medios de comunicación se han vuelto un reflejo del entretenimiento más obsceno y flagrante, lo que ha dado paso al reflejo en unas campañas electorales fundamentadas en la imagen del candidato o la candidata. A su vez, el principio de fusión que están experimentando los diarios digitales con las redes sociales traslada a prácticamente toda la ciudadanía esa toma de conciencia basada en la idea de que si no te publicitas no eres nada. 

Un amplio abanico de posibilidades y estilos permiten traspasar esta necesidad a un colectivo mucho más heterogéneo. En este sentido, la distancia en la que se situan una persona que firma un artículo en un determinado medio y otra persona que acaba de subir una fotografía a Instagram puede ser abismal, según ellos mismos creen, pero al mismo tiempo mucho más cercana de lo que parece. Por ejemplo, durante la campaña electoral del '24-M', los alcaldables en Barcelona participaron en un especie de paseíllo promocional que les había organizado La Vanguardia a través de diferentes barrios de la ciudad. Al final del recorrido cada candidato debía coger un stick de selfie y grabarse un minuto de vídeo explicando por qué tenía que ser el próximo alcalde de Barcelona. Un clásico de Facebook o Twitter que, sin embargo, con la participación de los cabeza de lista de las diferentes fuerzas políticas de una gran ciudad incluso resulta simpático.  

Fotografía de un tweet del nuevo tatuaje de la hija de Beckham (elperiodico.com)
Otro ejemplo es el formato Gran Hermano. Para ciertos sectores de empedernidos universitarios románticos, resulta una burda muestra de la rebaja máxima a la que un ser humano puede ofrecerse voluntariamente. En cambio, el mismo colectivo estudiantil consumirá después un medio de comunicación donde aparecen noticias del tipo "Lo más hot del verano", o aplaudirán en un mítin a otra persona que, queriéndolo o no, se ha convertido en un mito de la televisión, incluso con un personaje propio en algún programa de humor. Lo que muestra que exponerse hoy día a la actividad en la esfera pública significa también quedar expuesto al teatro de los medios de comunicación masivos y, por tanto, a toda esta subcultura que levanta sus cimientos en el 'selfie' subido a Instagram, las entrevistas publicadas de leitmotiv íntimos y embarazosos, los estados confesionales en facebook y el humor (muchas inmoral) en twitter como menda de pago a cambio de 'retuits'.

Margaret Thatcher aseguraba que "la sociedad no existe, sólo existen los individuos". Ante tal cita, acérrima del liberalismo económica y liturgia barata de la que es uno de los iconos de la defensa del capitalismo, cabe preguntarse si no se está avanzando hacia esta idea. Si todo está confluyendo hacia la creencia de que verdaderamente no existe una sociedad, la colectivización de una masa de seres individuales pero que conjuntamente logran establecer mecanismos para crecer y funcionar de manera equitativa y justa. Enciendes el televisor, y ahí está el discurso de Thatcher, encarnado em el rostro de un presentador, de una modelo, de alguien que sencillamente saluda a la cámara por detrás de la periodista. Ahí está el individuo, intentando anular la capacidad de la sociedad. 

miércoles, 27 de mayo de 2015

'Data city', o la tiranía de la aproximación

Los cuadrantes de la ciudad se dividen en microzonas. Las calles se separan por aceras. Las rotondas se convierten en un conjunto de cuatro esquinas. El plan de Ildefons Cerdà, creador del 'Eixample' de Barcelona, se disuelve en el imaginario de un colectivo de 700 voluntarios inscritos en el recuento de personas en situación de sin hogar, organizado por la Fundació Arrels. Microgrupos de tres o cuatro personas enfilan callejones,calles, paseos, avenidas y cualquier estructura arquitectónica sospechosa de cobijar a alguien en su interior, la noche del 26 de Mayo de 2015, entre las 00:00h y las 02:00h. 

Según la propia fundación, el objetivo es doble. Por un lado, se busca informar de cuántas personas se encuentran viviendo en las calles de Barcelona, y por el otro, crear sensibilización en la ciudadanía. En esta ocasión, el recuento asciende a la cifra de 892 personas durmiendo en la calle. Pero este no es un dato absoluto. Pese a que es real, es decir, esas 892 personas han sido localizadas por los grupos de voluntarios, es necesario tener en cuenta que el recuento se ha hecho durante dos horas de una noche en Barcelona. Por lo tanto, la cifra tiene que tomarse como una referencia a mínimos. Algo así como el mínimo común múltiple en matemáticas. 
Una voluntaria localiza a una persona durmiendo en la calle (Foto:Arrels)

 La Vanguardia, Eleconomista, 20 minutos, eldiario.es, El País, etc. El sector de los medios de comunicación convencionales ha publicado la noticia generando información a través de un dato que no es sino una mera aproximación. Peor lo ha hecho El Periódico, que ha creado el hecho noticiable a partir de la presencia de Ada Colau entre los voluntarios para el recuento. Datos y celebridades; un cóctel que insensibiliza el valor de la información y al mismo tiempo no reconoce su condición de aproximación y no de realidad absoluta. 

Pese a que la propia fundación a hecho mucho énfasis en que la cifra corresponde a dos horas de una de las 365 noches que vive Barcelona al año, y sin acceder a todas las zonas de la ciudad, las noticias elaboradas por los medios son un reflejo de cómo construir toda la realidad a través de un dato aproximado. Y a partir de ahí, del leve vistazo al mundo que supone un dato en el 'boom' informativo que estamos viviendo, se generan unas políticas públicas, unas medidas sociales, unos actos de responsabilidad gubernamental, basados tan sólo en una aproximación, incapaces y sin voluntad de acceder a los problemas de la realidad en su sentido más profundo

Tan sólo hace falta ver los titulares. Hablan de 'personas durmiendo en las calles', mientras que Arrels afirma que "892 personas han dormido esta noche en las calles de Barcelona". Mañana será otra noche, pero para ella los medios de comunicación convencionales ya han determinado el número exacto de personas que están durmiendo en las calles de la ciudad. Ya han constituido su realidad.

viernes, 22 de mayo de 2015

Enmascarando farolas

Paseo por las calles de mi pueblo, del cual evitaré decir el nombre. Cierto ambiente festivo, siempre forzado y oportunista, me acompaña. Ya en la plaza, un hombre se acerca con un fajo de papeles y trípticos en su mano. También evitaré decir su nombre. Y el del partido al que pertenece ¿Que por qué? Sencillamente no aporta nada al transcurso del texto. El hombre me da una palmadita en la espalda y antes de que pueda reaccionar ya ha desplegado ante mis narices uno de los panfletos que lleva encima. Me señala un punto con cara entusiasta. "Como ves, uno de los puntos de nuestro programa es que no aceptamos ningún tipo de regalos ni corrupción". "Gracias a Dios", pienso en un arrebato irónico. Él, ante mi silencio pensativo, sonríe. 
Aguirre presenta su cartel en Madrid (elconfidencial.com)

Nos alcanzan unas elecciones más. Otras nuevas. No diferentes. Sí nuevas. La campaña electoral sigue manteniendo sus estándares más clásicos desde que el mundo es mundo y la política es política. Las calles no se llenan de soluciones políticas que corrijan el error de hace cuatro años (y así sucesivamente). Tan sólo caras. Grandes, deformes, sonrientes, serias, cómplices y frías. Solamente caras. La muestra más evidente el carácter ególatra y la idiosincrasia egocentrista que caracteriza la política y su ejercicio en este país. 

"Voy a ganar el domingo", repiten unos y otras candidatos y candidatas a lo largo del extenso mapa municipal. "La ciudad necesita un alcalde y yo me presento para asumirlo", grita un candidato al mismo tiempo que agita el puño en el aire con fuerza. Creíamos que la presencia de la izquierda recuperada (CUP, en Comú-Guanyem, Podemos-Ahora, etc.) ofrecería un cambio a este panorama. Pero no. El rostro de Ada Colau enmascara las farolas de Barcelona. Igual que el de Manuela Carmena en Madrid. No puedo evitar recordar el cartel de la última campaña electoral de Mas, 'La voluntat d'un poble'. El 'president' se presentaba con los brazos abiertos y la mirada al cielo en un plano tipo 'spaghetti western'. Seguro que Clint Eastwood hubiese considerado que es un suicida por no tener las manos en las cartucheras. 

Cartel de Campaña de Ada Colau (magazineactivo.com)



Los discursos siguen esta línea plasmada en los carteles. Esperaba un discurso más limpio por parte de las nuevas alternativas, pero sin embargo han vuelto a caer en el arte de la contradeclaración. Es patético que sea un debate de campaña afirmar o desmentir que 'fulano o mengana' es ETA. Tampoco ha sido elegante el discurso-contradiscurso mantenido por Trias y Colau, llamándose mutuamente "mentirosa y ladrón". Ningún partido, con más o menos diplomacia, ha quedado exento de este 'juego de la democracia'. 

La supuesta fiesta de la democracia se encuentra en fase de 'after hour'. El nivel de las campañas políticas deja mucho que desear y el arte de la acusación rigurosa ha degenerado en una conversación de pelea en patio de instituto. Con discursos tan superficiales no cuesta entender que el manifestarse contra la corrupción sea visto como uno de los puntos del programa, cuando esto es algo que debería haber sido asumido desde los orígenes del poder y sus formas. Sin embargo aquí estamos, con una promesa de llegar al poder para corromper ni defraudar, y con las farolas de las calles enmascaradas, cono una persona muy querida dijo una vez, "de promesas que el tiempo y el viento se llevarán".Pues eso, el tiempo. El tiempo y las farolas, mudando de rostro cada cuatro años, darán su lección. 

lunes, 20 de abril de 2015

El banco

Hay espacios en la ciudad que resisten a la tiranía de lo inmediato, la prisa, el estrés. Recovecos entre paredes de grandes edificios, a la orilla de grandes avenidas o entre esquinas de rondas y de ramblas. Allí, el tiempo parece detenerse y las horas son absorvidas por el hábito de una rutina diferente y la espontaneidad que siempre ofrece el momento. Es el caso de la plaza que lleva el nombre del novelista i escritor de teatro, Josep Maria Folch i Torres, en Barcelona. Los días van y vienen para un pequeño grupo de personas que suelen concentrarse junto a la pista rectangular de arena, en el lado de la plaza que da a la Ronda Sant Pau. Algunas de ellas viven en la calle y otras tienen arreglado algún alojamiento con los servicios sociales o bien, con amigos y conocidos. 

Pinchos en el muro de una pared (somosmalasana.com)
A diario se reúnen en la plaza para charlar, beber o dormir en el colchón de arena y junto a la despreocupada vigilancia de un compañero o compañera. Y ante ellos, el impasible vaivén de una sociedad atrapada en su rapidez, que camina a toda prisa hacia adelante, sin mirar a su alrededor. El pequeño grupo de personas permanece de pie en todo momento y cuando el cansancio sobrepasa las fuerzas, entonces buscan apoyo en las maderas que delimitan el recinto arenoso. Unas maderas viejas y muy finas, que tan sólo cubren media nalga del asiento de una persona. 

Hace unos meses había un banco justo delante del arenal. Era habitual encontrarlos sentados, apretujadas las piernas entre sí. Se levantaban y se sentaban sin miedo a que nadie ocupase su asiento, puesto que, en una sociedad donde tan sólo hay tiempo para consumir el propio tiempo de manera más rápida e inmediata, ¿quién iba a querer sentarse con ellos? Reían, charlaban e incluso a veces cantaban. La estampa parecía la típica portada de los grupos pop-rock de los 90, con cinco músicos sentados en un banco para tres personas y además, con alguna guitarra perdida en las manos de alguno.

Un miércoles, a mediodía, se presentó una brigada municipal de limpieza.Los monos verde fosforito llamaron la atención de los ocupantes del banco. "Tienen que marcharse del banco", espetó uno de los técnicos con una manguera de agua a presión en la mano. Ni siquiera bastó un 'porqué'. Las miradas de los ocupantes ya lo reclamaban. "Volveremos a instalarlo", dijo el hombre. 

No sé si queda noción de ello en la mente del pequeño grupo que todavía hoy se junta en la plaza. Hasta qué punto un banco merece formar parte de la memoria histórica de una calle tan transitada como la Ronda Sant Pau en Barcelona, no puede conocerse. Pero detrás de ese banco hay unas personas y con estas, una historia humana. Por lo tanto es digna de ser descrita.

Bancos divididos (vozpopuli.com)
El Ayuntamiento de Barcelona ha manifestado varias veces que rechaza el urbanismo llamado defensivo, que se dedica a eliminar o bloquear los espacios públicos que ofrecen descanso en la vía. En otras palabras, los bancos, reposaderos, muros y repisas, oquedades,etc..todo aquello que permita a las personas detenerse en el transcurso del día a día de la ciudad y, en el caso de aquellas que se encuentran en situación de sin hogar, encontrar cobijo donde dormir o resguardarse. El urbanismo defensivo se encarga de inhabilitar estos espacios a través de una eliminación sistemática (como es el caso del banco en la plaza Folch i Torres) o bien, instalando toda clase de elementos (pinchos, cenefas, plantas, esferas de hormigón, sillas individuales...)  para anular así la función que podían desempeñar.

Una visión del urbanismo que engaña a la sociedad con el falso paradigma del diseño, la higiene y la sofisticación de las calles, cuando lo que en realidad fomenta es una mayor imposibilidad a la hora de establecer comunicación y relación con otras personas, y la privatización indirecta del espacio público (si te quieres sentar tiene que ser en un establecimiento, previa consumición). El mayor efecto de perversión de la idea  que se traduce en el hecho de desplazar aquello que resulta 'feo' para la ciudad o que puede afectar negativamente su atractivo. Es decir, el sistema ha decidido tomar unas personas y catalogarlas como 'excedentes', 'sobras', y ahora deben ser eliminadas de cualquier recóndito en el que puedan esconderse para no alterar la supuesta belleza urbana. 

No es únicamente un banco arrancado de un parque. Tampoco unas personas de pie que antes se podían sentar y tumbar. Es la evidencia de la apuesta que se realiza en materia política y, más allá del olvido, la destrucción de la sociedad en su base; esto es, las personas.