miércoles, 1 de agosto de 2012

La magia del arte gigante


A lo largo de los siglos de la historia humana muchos son los artistas que han dejado su pequeña pero necesaria huella a través de representaciones artísticas. Representaciones artísticas que han tomado forma física por medio de muchas y distintas variaciones y ramas, del arte claro.

Personalmente, una de estas variaciones que encuentro más atractiva es la escultura. Me fascina en toda su amplitud de sentidos y significados. Desde el David de Donatello, más que el de Miguel Ángel,  pasando por el Profeta de Pablo Gargallo, llego hasta la escultura del Pop Art, cuyo máximo erudito es y será el sueco Claes Oldenburg.

Oldenburg presenta una innovadora y, para mí, maravillosa forma de representar la realidad a través de su escultura a gran escala. En efecto, esculturas que abandonan el realismo de la forma humana, tal y como la concebimos, y expanden su horizonte hacia unas dimensiones inimaginables. Además las esculturas se centran en retratar de forma tridimensional objetos de uso cotidiano, cosa que incrementa más  la sorpresa del espectador que jamás había concebido cualquier objeto de  su entorno por encima de las dimensiones de su propio hogar. A su vez, estos objetos cotidianos de tamaños inimaginables quedan integrados en el entorno urbano de la ciudad, ya que se instalan con un plazo de tiempo indefinido. Por lo tanto la costumbre de ver esos utensilios a pequeña escala se traslada a la costumbre de pasear por los parques y las calles de la ciudad con ellos cómo telón de fondo.

Oldenburg se encarga de romper las fronteras de las vitrinas de un museo o de una exposición bajo techo y reclama al público la necesidad de salir a la calle, a la libertad del aire, para poder observar y disfrutar su arte. Un arte cuya única necesidad es gozar de un espacio público y urbano de cierta calidad al que poder adherirse.

Oldenburg, con la colaboración en algunas obras de Coosje van Bruggen, cambia la realidad de algunas cosas. Nos traslada al escenario de la película Cariño, he encogido a los niños. Cambia nuestra forma rutinaria de ver las cosas con un toque de innovación. Este toque de innovación acabará convirtiéndose en rutinario también, debido a que las obras se sitúan en el mobiliario urbanístico y la convivencia con ellas es obligatoria. Pero al mirar una de las macro obras de Oldenburg podremos recordar que un día ese objeto llegó a caber en nuestras manos.

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