miércoles, 1 de agosto de 2012

Las crónicas de una especulación

Si no hace más que tres días comentábamos el poder que pueden llegar a tener según que voces en el mundo, en general, y nos centrábamos en la del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cuyas palabras de ánimo desinflaron la prima de riesgo y auparon la bolsa española, pese a que acabábamos el artículo describiendo el tendencioso síndrome de especulación que está reinando en los mercados, ahora debemos preguntarnos ¿dónde quedan aquellas palabras y aquella voz?

No hace ni siquiera una semana que Draghi otorgó una confianza inexistente a los mercados respecto España, asegurando que iba a luchar por la permanencia del euro en el lugar que se merece. Pues bien, parece que esta idea no era más que una vaga neblina matutina. Aparece con el sol en alba pero en cuanto este llega a su máxima visión se esfuma. Se desvanece sin fuerza alguna. Así han quedado las palabras de la semana pasada del presidente del BCE y la confianza que este trató de dar a mercados y gobiernos.

Draghi y el BCE todavía no han concretado ningún tipo de medidas y los mercados han dejado de tener fe en las palabras de hace unos días. ¿Cuál es la consecuencia de estas dos situaciones? La prima de riesgo ha vuelto a realzarse hasta los 543 puntos básicos y el bono español presenta una rentabilidad a diez años del 6,74%.    

En esa falta de concreción por parte de Draghi y su BCE y en las dudas suscitadas por Alemania parecen basarse hoy los mercados, porque la confianza que hace dos días se construyó se ha venido hoy por los suelos. El artículo relacionado con estas palabras de confianza concluía con la implacable situación de especulación que hay. No creo que hoy sea necesario recordar lo mismo, pues la situación especulativa no ha cambiado en unos pocos días ni cambiará, a este ritmo, en unos años.
 
Con  lo que sí podemos concluir es con la falacia y el engaño que están imperando en esta Europa de los 27. La pelota se concentra en los países del sur de Europa, los países que peor se han gestionado en estos años pasados y que deben hacer frente a las consecuencias que una mala gestión, y más a nivel estatal, conlleva. Pero el hecho de tener que hacer frente a dichas consecuencias no significa que nos vayamos turnando una soga que cada vez está más cerrada con los griegos, los italianos y los portugueses.

Europa no está luchando por defender el euro. No está aplicando verdaderos mecanismos para evitar que sus países y los bancos de sus países caigan en picado. Por este motivo deben llevarse a cabo los diversos rescates que se han hecho y los que, estoy segurísimo de ello, se harán.

Parece que todos pendamos de un hilo llamado BCE  y Alemania y, verdaderamente, debemos ser conscientes de que este hilo no va a luchar, tanto como promete, para sostenernos, en caso de que cayésemos.

Por lo tanto, reclamemos al señor Draghi y a la cúpula del gobierno europeo, es decir Merkel y Hollande que en su país está llevando a cabo una buena y no austera política económica, que tomen medidas concretas, directas e inmediatas antes de construir castillos de confianza en el aire que, en cuanto soplan un poquito los mercados se vienen abajo. Estas medidas y un drástico cambio en nuestra cultura laboral, que francamente deja mucho que desear, podrán permitirnos mantener esos castillos durante algún breve periodo de tiempo.

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