lunes, 13 de agosto de 2012

Carta a Kim Jong-un


Señor presidente de  la República Popular Democrática de Corea:
Le escribo esta carta para comentar con usted la situación actual del mundo, en la cual usted está despertando en algunos países sensaciones y sentimientos como los que viven los habitantes de su natal Corea del Norte. Como todos sabemos ha querido usted mantener la misma línea gubernamental con la que su padre conducía el país. Incluso, si se me permite, ha implantado usted algo más de dureza. Francamente no estoy de acuerdo con la ideología que usted profesa, y digo profesa porque cumple e implanta a los demás sus dogmas como si de una religión se tratase. Pero no quiere basar el contenido de esta epístola en ideologías ni en política. Como se suele decir, allá cada cual con lo que siga.
Quería adentrarle a usted en unos aspectos más profundos. Encuentro la base para exponerle todo el contenido de esta presente en su propio país y los habitantes que l habitan. Déjeme que realice un poco de contexto pues no todo el mundo conoce el funcionamiento de su país. Ya sabemos todos que en su Corea el 90% de la producción se dedica a la industria armamentística y que está usted invirtiendo grandes cantidades de dinero, superiores a la realidad que tiene entre sus manos, en rearmar su país. También sabemos que la situación de los ciudadanos de su país no garantiza, en demasiados casos, los mínimos de bienestar humanitario. También conocemos todos su eterna lucha con los enemigos del Sur, a los que ya ha declarado la guerra, y contra los Estados Unidos de América. Tiene un afán de poder insaciable, señor Kim Jong-un.
Bien, espero que el lector pueda situarse mejor en el contexto de su país y su persona. Ahora quiero hablarle de esos temas más profundos que le comentaba un par de párrafos arriba. Y es que no puedo callar ni cruzar mis brazos, señor presidente, cuando infunde usted una cultura de pánico y de terror, tanto a sus vecinos como a la población mundial íntegra, con sus amenazas de unificación de las dos coreas y su programa nuclear. Está usted ignorando muchos, por no decir todos, de los derechos humanos que imperan en el mundo por encima de las fronteras de cualquier país, incluido el suyo, aunque usted no quiera comprenderlo. Y digo esto porque si lo quisiese comprender no tendría usted que gobernar a un pueblo necesitado y muy primario, como es el que gobierna.
Señor Jong-un, tilda usted a los Estados Unidos de terroristas y no ve que realmente es usted el terrorista que quiere conquistar el mundo, su mundo, a través de amenazas, hostilidades e imaginarias invasiones. Cree usted que está todo el mundo dispuesto a jugar su juego pero no es así. Se equivoca. Y, precisamente le escribo desde el bando de la luz y de la paz.
Permítame preguntarle si no considera usted un mero terrorismo el hecho de que su esposa luzca un bolso de colección de la firma Dior cuyo coste equivale al ingreso promedio anual de un norcoreano. Debo ser muy ingenuo porque no soy capaz de comprender cómo puede usted estar tan ciego ante este hecho. Sabe, conozco un versículo que dice: ¿cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el mismo hoyo?
Pues eso le digo yo a usted, señor  presidente, sin remedio claro. Es usted un ciego que quiere guiar a muchos otros invidentes pero también a muchos que pueden ver. Y los conduce usted a sus mismos errores. Su pueblo es un claro ejemplo de la calidad de su gobierno. ¿Cómo puede querer gobernar otros países si todavía no ha aprendido a dirigir uno? No sea hipócrita señor Jong-un.
Pese a todo sigo pensando en usted y sigo deseándole paz para que pueda experimentar un cambio, más que necesario, en su mandato y pueda redirigir su barco. Le escribo desde una perspectiva misericordiosa, dispuesto a esperar su cambio y a felicitarle por ello. Está en sus manos tal decisión, pero tenga cuidado porque si prefiriese seguir en la línea del error sepa usted antes que no todo está en su control y no todo puede usted gobernarlo ni conquistarlo.
Un cálido saludo.
La letra pequeña,Tarragona, agosto de 2012.

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