El mundo está con la espada a la
pared, o al menos eso es lo que nos quieren hacer creer. Recibimos día tras día
un alud de negativismo y pesimismo camuflado entre las noticias y los
informativos. Este negativismo/pesimismo se expande en la sociedad, por
desgracia, como el buen perfume entre los residuos. Estamos expuestos a un
flujo sobreabundante de informaciones y noticias y no somos capaces de
percatarnos de todas ellas. Es una pesada e imposible faena tratar de asimilar
todas esas noticias. Además este flujo nos conlleva a un descenso de nuestra
calidad cómo críticos y analistas en cuanto a valorar la situación presente nos
referimos, ya que es tal la cantidad de ideas y miedos que se nos infundan en
las informaciones que somos, y seríamos, incapaces de corresponder a todas las
noticias tal y como estas lo requieren.
Vamos recibiendo bofetadas. Tenemos
los caminos repletos de clavos punzantes esperando que alguien sea tan ingenuo
de dejar que su pie se clave en ellos. Nos lanzan proyectiles de todo tipo y de
todas partes bajo el cartel de “noticias informativas”. Nos bombardean
asiduamente y llega un punto en el que el chaparrón es insostenible. A través
de todas esas “noticias informativas” que traen consigo algún que otro regalo,
como por ejemplo el miedo o una visión apocalíptica de todas las cosas, se nos infunda un estado de alarma constante.
Vivimos esperando desastres, y a veces con los pies de lleno en uno de ellos.
Se nos incluye en una lucha que no queremos ni nos interesa.
Si un mercado cae se nos hace caer
con él. Si un país, normalmente más poderoso que otro, muestra un punto de
vista negativo hacia otro cruzamos la línea que nos separa de esa idea y nos
miramos al país declarado “malo” con recelo.
Si se nos dice que los gobiernos
están actuando bien y están haciendo lo que pueden puede que sigamos dudando de
ellos pero nuestras ideas muestran un estado más satisfactorio hacia sus
acciones. Eso sí, al día siguiente se nos vuelve a recordar, por enésima e
innecesaria vez, la precaria situación del país y nos alzamos cómo leones desde
nuestros sillones clamando al cielo y en busca del cuello de alguno de nuestros
dirigentes.
En general, se nos lleva a un estado
de austeridad y desenfreno. Se nos arrebata la ilusión de caminar el camino y
en su lugar colocan un sentimiento extremo de frenesí. Nos dan continuamente
cal y arena, mezcladas tras la misma tapa, en el mismo tazón. Y nosotros,
debemos ser ciudadanos kane que se lo
traguen todo y sin rechistar.
Hoy Siria es un país prometedor para
los acuerdos de la venta de petróleo. Mañana es una voraz dictadura que solo
hace que chupar vidas. Hoy el rey es un irresponsable que muestra indiferencia
por los animales de este mundo en Botswana. Mañana es una figura clave para el
estado que se reúne con los líderes sindicales del país para escuchar sus
quejas y lloros. Hoy Rajoy es el futuro. La gran promesa que nos arrebatará de
las manos de la crisis. Mañana es el temible y despiadado “hombre del saco” que
todo lo recorta. Hoy la economía esta hundida y el rescate es inminente.
Mañana, la misma economía no tiene ningún en valerse por sí misma. Hoy nos
regalan flores. Mañana nos enseñan proyectiles.
Vivimos en un círculo vicioso. La
especulación que se muerde la cola. La realidad violada y transgredida sin
ninguna especie de pudor o recato. Por
suerte la realidad nace en nuestras mentes y de ese punto de partida nosotros
somos los encargados de expandirla como un lienzo hacia el camino que
caminamos.
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